La Vanguardia

Mangar Makur Chuot

ATLETA

- XAVIER ALDEKOA

Mangar Makur (26 años) es un atleta de Sudán del Sur que competirá en Río de Janeiro en los 200 metros tras huir de la guerra y vivir refugiado en Australia. Dice que correrá en honor de su padre, que fue asesinado cuando él era un crío.

En los próximos Juegos Olímpicos hay un atleta que correrá por dos hombres y un país roto. En Río de Janeiro, el atleta sursudanés Mangar Makur Chuot (26 años) correrá la prueba de los 200 metros tras una vida de huida, dolor y superación, marcada por la muerte durante la guerra de su padre y la violencia en un país deshilacha­do. Con ese pasado en la mochila, el reto deportivo que se le presenta parece un juego de niños; aunque no lo sea: en los Juegos Olímpicos tendrá delante al hombre más rápido de la tierra, Usain Bolt.

Hace poco más de dos décadas, los Juegos Olímpicos ni siquiera existían para Makur Chuot. A los tres años, fue testigo de un horror que le acompañarí­a toda la vida. Unos hombres armados de un bando rival en la guerra de su país (antes territorio de Sudán, ahora Sudán del Sur) entraron en su aldea de Pagarau y acribillar­on a balazos a su padre, jefe y juez de la comunidad. Nada volvió a ser igual en la vida de Makur Chuot. Su madre, Helena, huyó a Etiopía, desde donde llegó a pie a Kenia para establecer­se en un campo de refugiados, y Makur Chuot permaneció en la aldea junto a sus hermanos al cuidado de los abuelos. Su vida se redujo a cuidar al rebaño familiar, como marca la tradición de la etnia dinka, y cruzar los dedos para que su madre, que se deslomaba trabajando en un pequeño hotel-bar en el campo de refugiados, ahorrara lo suficiente para reunir a la familia. Tardó cinco años en conseguirl­o: con apenas 8 años, Makur Chuot llegó al campamento de Kakuma, en el norte de Kenia. “(Mi madre) sufrió mucho; gracias a su sacrificio hemos llegado hasta aquí”, explicó en el diario australian­o Sydney Morning Herald.

Pese a la escasez de comida, allí fue por primera vez a la escuela, aprendió inglés y descubrió el mundo: a los 12 años vio una televisión por primera vez.

Poco a poco, y gracias al tesón de una madre coraje anónima, en el 2005 toda la familia fue selecciona­da en un programa de reasentami­ento del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y les dieron un nuevo hogar en Perth, Australia.

En su nuevo país, Makur Chuot se convirtió en un hombre. Su buen inglés aprendido en el campo de refugiados — “me tomé los estudios muy en serio, me mantenía ocupado allí”— le permitió ir a la universida­d e incluso es un Dj respetado en la isla.

También encontró a otro “padre”. El australian­o y entrenador Lindsay Bunn, quien trabajaba con grupos de niños indígenas o chavales inmigrante­s de Afganistán, Sudán o Somalia, se fijó en él y le ofreció entrenarle gratis. Aunque ahora se arrepiente de aquellas palabras, porque todos los periodista­s se las recuerdan, Bunn describió a aquel chico desgarbado y flaco que corría moviendo mucho los brazos y haciendo mucho ruido, como “una jirafa de anfetamina­s” por su potencia y falta de técnica

UN RECUERDO LE MARCÓ

para correr. “No era muy rápido, era muy delgado pero tenía algo dentro. Es un chico que aprende muy rápido, por eso ahora tiene una técnica de nivel internacio­nal”, señaló.

Según Bunn, Mark Chuot tiene el potencial para romper el récord australian­o de Peter Norma, quien corrió en 20,06s en el año 1968.

Aunque el velocista tiene la doble nacionalid­ad sursudanes­a y australian­a, varios viajes de visita a su país, le hicieron tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: tras entrenar con amigos en pistas de tierra, llenas de baches y piedras —“ellos entrenan ahí cada día, yo no soy diferente a ellos”, dijo cuando le preguntaro­n por qué había hecho eso— decidió que en los Juegos Olímpicos representa­ría al país por el que luchó y murió su padre.

Sudán del Sur, el país más joven del mundo tras lograr la independen­cia en el 2011 y que en las últimas semanas se ha vuelto a hundir en la violencia y los combates, tendrá a un representa­nte que se medirá al ser humano más veloz de la tierra, Usain Bolt. Tras una vida de guerra y refugios, Mark Chuot no habla de miedo al referirse a su enfrentami­ento con el corredor jamaicano. Tampoco de derrota. “Es un privilegio correr contra Bolt. Intentaré hacerlo lo mejor que pueda, dar todo lo que hay en mi. Nunca sabes lo que puede pasar”, asegura en la serie de reportajes Dear Australia de The Guardian.

El día de la prueba en Brasil, Makur Chuot no correrá solo. No estarán lejos su madre, su entrenador y sus hermanos, pero habrá otra persona más cerca que nadie. Si en la espalda Makur Chhuot llevará orgulloso el nombre de Sudán del Sur, en el pecho tendrá escrito el nombre de su padre. “Es en su honor. Fue mi inspiració­n en los momentos difíciles”.

En los Juegos Olímpicos, correrá por los dos.

“Corro en honor de mi padre, fue mi inspiració­n en los momentos difíciles”, asegura el atleta

 ??  ??
 ?? DAVID CROSLING / AAPIMAGE ?? Mangar Makur Chuot, durante una prueba en Melbourne (Australia)
DAVID CROSLING / AAPIMAGE Mangar Makur Chuot, durante una prueba en Melbourne (Australia)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain