Tentáculos de sultán
El golpe fue “un regalo de Dios” porque permite “limpiar el ejército”, dice Erdogan
Las purgas que está llevando a cabo Ankara a raíz del fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio se extienden incluso al extranjero: dos generales destinados en Afganistán han sido detenidos en Dubái y enviados de vuelta a Turquía.
Las purgas que está realizando Ankara a raíz del fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio se extienden incluso al extranjero: ayer dos generales destinados en Afganistán que fueron detenidos en Dubái llegaron de vuelta a Turquía. Se trata de Cahit Bakir, un general de las fuerzas turcas que forman parte de la misión de la OTAN en Afganistán, y el general de brigada Sener Topuc, que supervisa la formación militar y la ayuda en ese país.
La próxima reunión del Consejo Militar Supremo (YAS) está prevista para mañana y no puede llegar en peor momento para las Fuerzas Armadas: más de un tercio de sus generales (133 de 358) está detenido por su supuesta vinculación con la asonada. De hecho, por vez primera el encuentro del YAS tendrá lugar en el palacio presidencial de Recep Tayyip Erdogan y no en el Estado Mayor General, como hasta ahora, un reflejo bien claro de quién lleva las riendas del alto mando.
De hecho, Erdogan ha calificado el fallido golpe de “regalo de Dios porque nos ofrece una razón para limpiar el ejército”. Amén de poder hacer otras purgas contra opositores, podría haber añadido.
“Los generales no gülenistas que no participaron en la intentona estuvieron esperando a ver cómo se desarrollaba. De haber tenido éxito, no hay duda de que habrían tomado el control de la situación, apartando a los golpistas”, aseveraba ayer a La Vanguardia Ecevit Kilic, autor de un libro sobre el Özel Harp Dairesi (el Departamento Especial de Guerra), la sala de máquinas de todos los exitosos golpes de Estado en Turquía (1960, 1971, 1980). También a Kilic, como a Erdogan y los generales no gülenistas, no le queda ninguna duda de que fue un grupo clandestino dentro del ejército –y que seguía directrices de la cofradía de Fethullah Gülen, clérigo musulmán exiliado desde 1999 en Pensilvania, Estados Unidos– el que dirigió la asonada.
En esta línea, de poco le ha servido a Gülen negar de nuevo –esta vez en un articulo en el The New York Times fechado ayer—todo vínculo con los golpistas del pasado 15 de julio. Incluso uno de los más acérrimos críticos de Erdogan, el líder del principal partido opositor— el Republicano del Pueblo (CHP), creado por Atatürk, el fundador de la república laica— hablaba ayer por vez primera de la organización terrorista de los gülenistas (FETÖ) mientras exigía a Washington la pronta extradición de Gülen.
Aparte del golpe, los medios progubernamentales acusan ahora a Gülen de estar también detrás del derribo del caza ruso el pasado noviembre, puesto que los dos pilotos involucrados han sido detenidos por presuntos vínculos con la FETÖ. Precisamente ayer, Ankara anunció el viaje oficial de Erdogan a San Petersburgo, el próximo 9 de agosto.
A raíz de la intentona, el jefe de Estado turco redobla los esfuerzos para mejorar las relaciones con Moscú y se reunirá con su homólogo ruso, Vladímir Putin, en aras de rediseñar su espacio geopolítico. En cambio, las relaciones de Ankara
Ankara se esfuerza por mejorar relaciones con Moscú, mientras que las que le unen con la UE y EE.UU. peligran
con Bruselas están de capa caída: en una entrevista a la cadena pública alemana ARD, Erdogan acusó ayer a la Unión Europea de no cumplir sus promesas de pago acordadas en marzo para contener el flujo de refugiados hacia Europa. Y reiteró que el pueblo turco desea reinstaurar la pena capital, algo que, de formalizarse, obligaría de inmediato a Bruselas a dar por muertas las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE. Asimismo, las relaciones de Ankara con Washington sólo parecen empeorar con la reiterada exigencia de extradición de Gülen.
Las purgas continuaban ayer con la detención de 44 soldados ( tres coroneles entre ellos), dos embajadores y el exgobernador de Estambul, Hüseyin A. Mutlu. Más de 60.000 funcionarios han sido expulsados o detenidos. Y se sigue buscando a once soldados del comando especial que atentó contra el hotel donde se alojaba Erdogan la noche del golpe.