Parroquias en el punto de mira
El Gobierno francés no tiene agentes suficientes para proteger las 45.000 iglesias católicas del país
Simbólico: a 9 kilómetros de Saint-Étienne-duRouvray, Rouen es llamada, por su religiosidad y densidad de iglesias, la ciudad de los mil campanarios. Y es la ciudad en la que en 1431 Juana de Arco ardió por herejía. Más concreto: la irrupción de los dos terroristas planteó una vez más el problema de la protección de los edificios católicos. Pero nadie sabe cuántos son exactamente a pesar de que forman parte del patrimonio nacional. Y de que su despojamiento sistemático es uno de los mayores y más antiguos tráficos de arte. Ni la Conferencia Episcopal francesa ni la oficina de cultos del Ministerio del Interior aportan cifras precisas. El diario católico La Croix los cifra en 45.000.
Que los templos cristianos serían antes o después un blanco del yihadismo en Francia estaba en boca de todos. Pero parece imposible asegurar la seguridad dentro de las parroquias, ya sea por falta de fondos o por la propia voluntad de la Iglesia de mantenerlos abiertos a todo el mundo. Según también recuerda La Croix, el santuario de Lourdes no ha reforzado su dispositivo de seguridad porque nunca han recibido amenazas concretas, sólo un falso aviso de bomba, hace bastantes años.
La inquietud se concretó en abril del año pasado, unos días después de que fuera arrestado el estudiante de informática Sid Ahmed Ghlam, que estaba a punto de cometer un ataque a dos iglesias de Villejuif, en los alrededores de París. El joven, de 24 años y origen argelino, tenía tres fusiles kalashnikov, munición y documentación relacionada con el Estado Islámico y Al Qaeda en su habitación de la residencia universitaria. Aparentemente quería atentar durante una misa de un domingo.
Fue a partir de esta amenaza que el primer ministro, Manuel Valls, reconoció que “esta vez, sin duda, los católicos franceses estaban en el objetivo del terrorista”. Y el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció que el plan Vigipirate se
adaptaba “desde los atentados de enero del 2015”. Valls aseguró que “el Gobierno garantizaría la seguridad de los lugares de culto” y Cazeneuve informó de un telegrama enviado a todas las gobernaciones para que “los prefectos se pusieran en contacto con las parroquias a fin de evaluar su seguridad”.
Pero si la operación Sentinelle prevé la protección de 700 escuelas judías y sinagogas y de más de mil de las 2.500 mezquitas registradas, “los efectivos de las fuerzas de seguridad –informaba La Croix– no permiten proteger las cerca de 45.000 iglesias católicas, a las que habría que sumar 4.000 templos protestantes y 150 del culto ortodoxo”.
Tras la detención de Sid Ahmed Ghlam, Manuel Valls subrayó que 178 lugares de culto católico recibían protección. Y que habían reforzado la seguridad en torno a los lugares más sensibles, la catedral Notre Dame de París o la basílica del Sacré-Coeur, también en la capital. En la Navidad del año pasado, nadie entraba en Notre Dame sin ser registrado.
Por su parte, la comunidad católica rechaza “ceder al miedo”. Y el cardenal André Vingt-Trois se niega a reclamar más vigilancia “por no caer en la lógica de alzar a unos franceses contra los otros”.