Hillary Clinton rompe el techo de cristal
La demócrata ya es la primera mujer nominada, con Trump como último obstáculo para la presidencia
La fecha señalada para la caída del techo de cristal resultó ser este martes, 26 de julio del 2016. En un bucle temporal, Filadelfia, la ciudad donde se leyó la declaración de Independencia de Estados Unidos –en este mismo mes, pero de 1776–, también ha sido el escenario de esta otra cima.
Hillary Clinton ya es oficialmente la primera mujer candidata a presidir el país. Sucedió a las 18.55 horas, con un gesto más que simbólico de Bernie Sanders en aras de la unidad del Partido Demócrata tras tantas turbulencias.
Cuando concluía el escrutinio, de manera que sus partidarios pudieron dejar constancia de su peso, el senador por Vermont, tremendamente ovacionado, pidió que se suspendiera el proceso y se procediera a nominar por aclamación. El júbilo estalló en el pabellón Wells Fargo.
Entre el ruido y la furia, que diría Faulkner, Hillary Clinton superó todas las reticencias que despierta su figura en un amplio espectro del Partido Demócrata.
La amenaza que representa Donald Trump ha sido esencial para ablandar voluntades de cara al objetivo de mantener la Casa Blanca. De superar el último obstáculo, Hillary regresará a la vivienda que ya ocupó ocho años, aunque como primera dama.
Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, donde están censados los Clinton, indicó al anunciar los sufragios de su estado que en Seneca Falls, en 1848, se inició el movimiento sufragista.
En el 2008, sus 18 millones de grietas hicieron mella, pero no lograron derribar ese techo. Barack Obama lo impidió marcando otro hito, este por el color de la piel.
Ahora, con 16 millones de votos, Clinton sí hace historia, una vez que Bernie Sanders ha sacrificado el liderazgo de la revolución política que impulsó. Su paso atrás lo justifica por su temor al ascenso del magnate, al que ve como un auténtico déspota.
“Estas elecciones requieren que el candidato entienda los verdaderos problemas del país y ofrezca soluciones reales, no sólo expandir el miedo, las descalificaciones y la división”, subrayó en su discurso, al cierre de la primera jornada de la convención.
Su chispa prendió fuego en unas primarias que han dejado quemaduras y agravios. Se evidenciaron de inmediato en una sesión caótica. Incluso se oyeron gritos de “encerradla” dirigidos a la principal protagonista (proclama del bando republicano por los supuestos escándalos de Hillary), pese al esfuerzo del senador por Vermont para aplacar los ánimos.
“Entiendo que muchas personas en esta convención y en el país están contrariadas por el resultado final del proceso de nominación. Pienso que es justo decir que nadie lo está más que yo”, afirmó en su intervención, entre abucheos en cada ocasión que citaba a su competidora durante todos estos meses de campaña.
Tal vez los más sonoros se produjeron al reiterar su reciente compromiso. “Cualquier observador concluirá que, basado en sus ideas y en su liderazgo, Hillary Clinton ha de ser la próxima presidenta de Estados Unidos”.
Avanzada la tarde de ayer, madrugada de hoy en Barcelona, se celebró la votación, en un ambiente más festivo, sin rifirrafes. Clinton disponía de 2.205 avales salidos de las urnas y 602 designados por el partido. Sanders tenía 1.846, con 46 superdelegados.
El senador insistió en su discurso del lunes en que se llegaría a la votación, al denominado roll call. Así se dejaría constancia del amplio calado social de este movimiento. Sin embargo, ambos equipos de campaña entablaron negociaciones para darle ayer un papel de mayor protagonismo a Sanders . Se optó por la misma vía que Hillary Clinton escogió en el 2008, en su concesión a Obama.
“Hemos de fijar la vista en el futuro, con espíritu de unidad y la victoria como meta”, dijo entonces la aspirante derrotada.
El gesto de Sanders ha de ser un analgésico de cara a noviembre, después de un arranque caótico de la convención. Incluso a Elizabeth Warren, el otro icono progre, le corearon el lunes un “confiábamos en ti”, al verse traicionados por su clintonización. Warren también utiliza el miedo a Trump para cerrar filas.
Entre los que la abuchearon se cuenta Robert Shearer, de 33 años y delegado de Sanders por California. “Aquí se habla mucho de Trump, pero nadie tiene en cuenta los asuntos que interesan a la gente”. Shearer subrayó: “Hablamos por millones de personas que no se sienten representados por ella”. Hillary Clinton se enfrenta a que los cristales rotos no la dejen maltrecha.
Sanders vuelve a la arena para pedir la nominación por unanimidad de cara a fomentar la unidad