La Vanguardia

La felicidad del narcobañis­ta

Un grupo de gente se enfrenta al socorrista en una playa de Málaga para quedarse con un fardo perdido de hachís antes de que llegue la policía

- ADOLFO S. RUIZ

La tranquilid­ad del mediodía se rompió de repente. La playa malagueña del Pedregalej­o estaba abarrotada de bañistas en un domingo de sofocante calor cuando una mujer avistó en el mar algo que no cuadraba. Olía mal y dio aviso al socorrista. Un fardo de hachís se había golpeado contra uno de los espigones y las pastillas habían abandonado el paquete y flotaban libres sobre el agua.

Según informaba el diario Sur, el socorrista cogió una bolsa y se puso a recuperar las pastillas de droga con la intención de entregarla­s a la policía. Pero su actividad llamó la atención de decenas de bañistas que se acercaron a la zona. En algún momento se produjo una avalancha de personas a las que el empleado municipal no pudo hacer frente. Las manos reptaban entre las piernas de los curiosos para hacerse con las pastillas. El socorrista, que intentó impedirlo, únicamente pudo recoger una avalancha de insultos y amenazas. Alguien le recomendó que se largara de allí.

La policía local llegó poco después, pero ya no había ni rastro del hachís. Únicamente recuperaro­n 500 gramos, cuando lo normal es que los fardos de droga se acerquen a los treinta kilos. El resto había desapareci­do. Algunos testigos aseguran que hubo bañistas que sacaron las bebidas y los bocadillos y cargaron sus neveras con la droga.

Otros vieron a una mujer que portaba varias pastillas entre sus ropas, desapareci­ó de la playa y al rato volvió con otra vestimenta y cara de ‘a mí que me registren’. La policía procedió a identifica­r a varias personas pero no hallaron ni rastro del hachís. Había desapareci­do. Se desconoce la cantidad real de droga que acabó en manos de los narcobañis­tas, aunque posiblemen­te bastante más de la mitad del paquete habría pasado a manos equivocada­s.

De momento, no se ha detenido a nadie y se desconoce la procedenci­a y propiedad del alijo. Hace una semana otro bañista encontró un fardo en una playa de Fuengirola. También era fin de semana y la zona estaba repleta, pero en esa ocasión la droga fue decomisada por la policía sin más incidentes. En una comunidad con altas tasas de desempleo, el menudeo de droga blanda es una actividad en la que interviene­n miles de personas, que sobreviven gracias a una actividad ilegal que no termina de estar mal vista por una parte importante de la población.

En abril del 2015 decenas de vecinos de Sanlúcar de Barrameda se enfrentaro­n con piedras y palos a los agentes de Vigilancia Aduanera que custodiaba­n en una playa un alijo de hachís abandonado por los narcotrafi­cantes tras una operación antidroga. Los agentes se vieron acorralado­s y ni la llegada de un helicópter­o de la Guardia Civil, que fue recibido a pedradas, pudo evitar que parte del alijo desapareci­era, como ha ocurrido ahora en la playa malagueña.

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