La Vanguardia

LOS DOS JUEGOS DE RÍO

LA CIUDAD QUE ACOGE ESTA SEMANA LA CITA OLÍMPICA MOSTRARÁ AL MUNDO SUS DOS CARAS

- ENVIADO ESPECIAL ANDY ROBINSON

A corta distancia de los nuevos estadios del parque olímpico, la favela Ciudad de Dios conoce muy bien lo efímero que puede ser el estrellato. Cuando Fernando Meirelles hizo la película del mismo nombre en el 2002, ganadora de cuatro Oscar, con una treintena de actores locales, el foco de la celebridad iluminó durante unos meses esa barriada de infravivie­ndas y 36.000 habitantes donde el salario medio ronda los 200 euros al mes. Pero , después, todo volvió a ser como antes; los actores volvieron a vivir en la favela; muchos cayeron otra vez en la drogadicci­ón. Uno acabó en la cárcel.

Los quince minutos de fama de Ciudad de Dios quizás ayuden a entender lo que puede pasar en Río el próximo 21 de agosto tras la clausura de los Juegos Olímpicos cuando se despeguen los miles de carteles que anuncian: Rio 2016: un novo mundo/a new world. “El legado de los Juegos no será bueno; no creo ni que se mantengan las políticas de pacificaci­ón policial en las favelas como Ciudad de Dios”, dice Cavi Borges, cineasta que hizo un documental sobre los actores de la película titulado Ciudad de Dios, diez años después. Tras la quiebra del estado de Río el mes pasado paliado por un rescate federal sólo para el periodo olímpico, “no hay dinero y ya se percibe la vuelta de la violencia”, asegura.

Así parece durante un partido de la Copa de las Favelas el pasado domingo en Ciudad de Dios, donde cinco o seis jóvenes dan vueltas al campo con walkie talkies. Son los vigilantes de los narcotrafi­cantes. Uno de ellos para y hace un gesto con el dedo como para decir. “Ojo. Te estoy vigilando”. Luego se acerca para explicar las normas para los periodista­s que vendrán esta semana tras la apertura del centro de prensa, cinco kilómetros

JUNTOS PERO NO REVUELTOS

al sur en el barrio olímpico de Barra de Tijuca. “Si eres gringo puedes hacer fotos, pero no de los chavales”.

En Barra cientos de soldados vigilaban esa misma tarde mientras los primeros de los 10.500 deportista­s se instalaban en la villa de atletas. No empezó bien. El equipo australian­o se quejó de que no funcionaba­n muchas cosas.

Pero en Ciudad de Dios todavía no se han arreglado ni las cloacas ni se han asfaltado las calles. Desde la calle junto al pequeño campo de fútbol, donde los vecinos preparaban una churrasque­ría de salchichón industrial, la ciudad olímpica pertenece a otro planeta. La prolongaci­ón del metro hasta Barra, que se abrirá esta semana, y la flamante línea de autobús exprés BRT, que alcanza una velocidad de 70 kilómetros por hora, no pasarán por aquí. “El BRT es para los que van a los Juegos, nosotros no; ahora tenemos que coger dos autobuses para llegar al centro”, señala el vecino Pedro Paulo.

Mientras esperan, los habitantes de

A corta distancia de los nuevos estadios, Ciudad de Dios conoce muy bien lo efímero que puede ser el estrellato

Ciudad de Dios pueden contemplar los anuncios colgados en las paradas de autobús, de los grandes patrocinad­ores globales –McDonald’s, Visa, Samsung, Panasonic, entre otras–. Cada espónsor global paga unos 100 millones de dólares por el monopolio de la publicidad y el negocio olímpico. “Un maratón de besos”, anunciaba Coca-Cola en Ciudad de Dios, mientras los reciclador­es de basura de la favela regresaban de sus recorridos maratonian­os. Visa anunciaba “Aceptado aquí y en todo el mundo”, pese a que el único crédito que se da en las favelas viene de los narcotrafi­cantes. En otro anuncio, el Comité Olímpico Brasileño, presidido por el septuagena­rio Carlos Nuzman que lleva 21 años en el puesto, presenta a una esbelta jugadora de voley playa para anunciar a los favelistas que esperan el autobús: “Yo subo; tú seras mi escalera”.

Como dijo Michael Payne, exdirector de marketing del COI, los Juegos son “el anuncio comercial más largo de la historia”. Pero Río no está en su mejor momento para maratones de besos y sonrisas. “Hay una auténtica esquizofre­nia porque la publicidad es para una fiesta y la gente de Río siente que va a un entierro”, dijo la gurú de la publicidad en Río, Nadia Reboucas. Pese a ello, el COI dice que ha ingresado tanto por publicidad y derechos de transmisió­n como en Londres 2012.

Para el resto de los 39.000 millones de reales (10.000 millones de euros) que se estima que será el coste total, el ayuntamien­to de Río insiste en que el sector privado pagará la mitad. Claro, esto no se hace a cambio de nada. Después de los Juegos, la promotora de la villa de los atletas, Carvalho Hosken, venderá los 31 bloques que el inmobiliar­io califica como “una ciudad de élite y gente de buen gusto”.

Las grandes obras de infraestru­ctura urbana y transporte y la rehabilita­ción del viejo puerto, calificada como el legado público de los Juegos, pasarán una factura de 8.000 millones de euros. La gigantesca operación de seguridad, con 85.000 militares y policías, (cuatro veces más que en Londres 2012) costará casi 200 millones de euros.

La sensación que se palpa en Ciudad de Dios, y en Río en general, es un deseo de minimizar el daño y pasar página. “Hay cosas mejores en las que gastar dinero en Brasil que esta ceremonia”, confiesa el mismo Fernando Meirelles quien, en su calidad de director de la ceremonia de apertura el próximo viernes, será el único puente entre la Ciudad de Dios y la ciudad olímpica.

 ??  ??
 ?? PILAR OLIVARES / REUTERS ??
PILAR OLIVARES / REUTERS
 ?? © KEVIN COOMBS / REUTERS / REUTERS ?? Alegría.
Pese la situación en la que se encuentra una parte de la población de Río, los Juegos que empiezan el próximo viernes son, sin duda, un acontecimi­ento muy importante para el país brasileño
© KEVIN COOMBS / REUTERS / REUTERS Alegría. Pese la situación en la que se encuentra una parte de la población de Río, los Juegos que empiezan el próximo viernes son, sin duda, un acontecimi­ento muy importante para el país brasileño

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain