La Vanguardia

Quién fue Emma Bovary

Flaubert se inspiró en al menos tres mujeres para su Emma Bovary: Louise Colet, Delphine Delamare y Louise Pradier. Sus vidas tuvieron en común un legítimo anhelo de libertad sexual

- MIQUEL MOLINA Rouen

Gustave Flaubert se inspiró en tres mujeres para moldear a la eterna Madame Bovary, tal como explica Miquel Molina en la primera entrega de la serie “La mujer detrás del mito”.

Una posible Emma, la joven Pradier, se presentó en una fiesta vestida sólo con una tela de araña

El turista literario que se pasee por la calle principal de Ry, el pueblo normando que se postula como escenario de la historia real en que se basa

Madame Bovary, de Gustave Flaubert, llegará a dos conclusion­es rápidas. La primera: la visita tiene escaso interés, más allá de fotografia­r la tumba del marido de la presunta Emma y de echar un vistazo a la casucha en la que el matrimonio vivió en la primera mitad del siglo XIX. El pueblo tiene un aspecto desangelad­o que invita a largarse.

Pero es precisamen­te ese ambiente far west (en el Yonville l’Abbaye de la novela tenían un papel principal la cantina y la diligencia), hostil y opresivo, el que ayuda a ponerse en la piel de la pobre señora Bovary y a solidariza­rse con cada una de sus supuestas fechorías, desde los adulterios hasta su enloquecid­a manera de endeudarse. Así que la segunda conclusión a la que se llega es que todas y todos hubiéramos sido Bovary de haber vivido en este villorrio en aquellos años de oscuridad.

La tragedia real de Delphine Delamare y de su marido Eugène se produjo pocos años antes del inicio de la escritura de la novela (1851). De hecho, Eugène, auxiliar médico como el ficticio Charles Bovary, estudió medicina con el padre de Flaubert. La historia llegó con toda seguridad a oídos del escritor. Y éste la pudo aprovechar hasta el último detalle.

Delphine Delamare y la ficticia Emma tenían ambas 17 años cuando se casaron con un hombre viudo. Se sabe de Delamare que era una joven muy vital que escapaba de la rutina a través de las novelas, de las que imitaba, para pasmo del vecindario, los ademanes principesc­os de sus heroínas. No consta que tuviera amantes, pero sí sabemos que murió tras consumir arsénico, igual que el personaje de Flaubert. ¿Se suicidó? La conclusión fue que había muerto de accidente, pero si se descartó el suicidio fue tal vez para preservar la inocencia del farmacéuti­co que le suministró el veneno y para que Delphine –madre, igual que Emma, de una niña– pudiera ser enterrada en tierra santa.

Otra mujer que prestó mucho de sí misma al personaje fue Louise Colet, una chica soñadora de provincias que además de poetisa y novelista fue amante de Flaubert. De ella pudo heredar Emma ciertos rasgos de audacia e insolencia que encontramo­s en los textos de Colet. Pero no sólo eso. De su relación con el escritor destacaría una vivencia real que éste quiso llevar a la novela, con evidente éxito. Se trataría de un paseo romántico que ambos dieron en un coche de caballos por el Bois de Boulogne, el antecedent­e real de la tórrida escena que en la novela protagoniz­an Emma y su amante Léon en la diligencia que recorre la ruta entre Yonville l’Abbaye y Rouen.

El presunto conductor de aquella diligencia, por cierto, fue un tal François Thérain fallecido en el año 1903. En un anuncio publicado en Le Rouennais en 1846, presumía de que su vehículo ofrecía “todas

las comodidade­s deseables”.

Hay otras señoras Bovary: tantas como descripcio­nes hizo Flaubert de su protagonis­ta. En una de estas, el escritor se inspira muy probableme­nte en el cuadro de Gustave Courbet La dama española, cuya modelo podría tener origen barcelonés.

Pero otra hipótesis muy sugerente sobre la identidad de la Emma real es la que se basa en las Memorias de Madame Ludovica. Esta es una historia narrada en 2015 por la escritora Julie Kavanagh en The Economist Intelligen­ce Life. El

manuscrito original de Madame Ludovica fue hallado entre los papeles del propio Flaubert. Lo escribió una mujer desconocid­a y en él se habla de una joven esposa cuya vida se ve arruinada por los líos extramarit­ales y las deudas.

La investigac­ión (iniciada por la biblioteca­ria Gabrielle Leleu), concluye que esa joven podría haber sido Louise Pradier, la bella esposa del escultor James Pradier (su Sapho puede verse hoy en el Louvre). Era Pradier una pelirroja de ideas avanzadas a su tiempo, célebre por sus fiestas desenfrena­das. En una de ellas, en homenaje al Sátiro y

Bacante de su marido, se presentó ante los invitados vestida sólo con una telaraña a modo de túnica y hojas de vid y racimos de uva en el cabello.

Flaubert conoció bien a Louise Pradier: de hecho, ella dejó por él a su anterior amante, Alexandre Dumas. El novelista descubrió así de primera mano la adición de la joven a los placeres caros. Si Emma Bovary se endeudaba a base de acumular pequeños gastos (sobre todo en ropa encargada en Rouen), Louise Pradier se aficionó a los diamantes y a la moda de París, por lo que acabó cayendo desde más alto. No llegó a suicidarse, pero envejeció arruinada después de que su marido descubrier­a sus aventuras y la repudiara. Eso sí, Flaubert siguió viéndola hasta sus últimos días, incluso después de que se publicara la novela.

Cualquier especulaci­ón sobre los hechos reales en que basó su novela Flaubert debe tener en cuenta, sin embargo, la vocación fabuladora del escritor: “Madame Bovary soy yo”, llegó a decir. Pero tampoco hay que ignorar la advertenci­a que contiene el delicioso El loro de Flabuert, de Julian Barnes. Recordemos: ese libro en el que el escritor inglés explica su investigac­ión para determinar dónde se encuentra hoy el loro disecado que aparece en el cuento Un

corazón simple del escritor normando. Barnes descubre, frustrado, que en las biblioteca­s, archivos y museos de Normandía hay decenas de loros disecados que son considerad­os como el auténtico ejemplar en el que se inspiró Flaubert.

 ?? ORIOL MALET ??
ORIOL MALET

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain