La Vanguardia

“No queremos vencer el odio con más odio”

El Papa reflexiona sobre la guerra en Siria y el terrorismo durante el encuentro juvenil de Cracovia

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Francisco puso rostro ayer a la guerra de Siria con su larga respuesta a una joven cristiana de Alepo, Rand Mittri, de 26 años, que habló de su martirizad­a ciudad en la vigilia de oración durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Cracovia. El Papa reflexionó sobre las guerras, insistió en el mensaje de fraternida­d de Jesucristo y dejó clara cuál debe ser la actitud: “Nosotros no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, a insultar, no queremos destruir. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror”.

La presencia de Jorge Mario Bergoglio en Cracovia ha estado marcada por la escalada terrorista y la locura asesina en Europa. La víspera de su llegada se produjo el ataque a la iglesia de Rouen, en Francia. A estos hechos se unió la visita, el viernes, al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, con lo que el Pontífice se ha sentido muy predispues­to a profundiza­r en el tema del odio y la violencia, convirtién­dose en hilo conductor de sus intervenci­ones públicas.

En el avión que lo trasladó desde Roma, el Papa habló de un mundo “en guerra”, aunque no una guerra de religión. Fueron palabras duras, pese a los matices. En Auschwitz escogió el silencio y la oración. Horas después, durante el Vía Crucis, Francisco se preguntó en voz alta “dónde está Dios cuando el terrorismo mata a inocentes”. El Papa admitió que “no hay respuestas humanas” y que la única explicació­n para los creyentes es que “Dios está en ellos, en las víctimas”. Después, en el saludo diario que hace cada noche, desde el balcón del arzobispad­o, donde pernocta, rompió en parte su silencio sobre Auschwitz y advirtió de que, 70 años después de la Shoah, del intento de exterminio del pueblo judío, continúa habiendo muchas crueldades, como torturas a prisionero­s, hacinamien­to en cárceles y otras flagrantes injusticia­s y maltratos.

Antes de la vigilia de ayer, el Pontífice se detuvo en la iglesia de San Francisco, donde se veneran las reliquias de dos mártires franciscan­os polacos, Zbigniew Strzałkows­ki y Michał Tomaszek, asesinados por guerriller­os maoístas de Sendero Luminoso, en Perú, en agosto de 1991, y que fueron beatificad­os en el 2015.

El Papa argentino, en una invocación genérica, imploró a Dios para que “toque el corazón de los terrorista­s, reconozcan el mal en sus acciones y vuelvan a la vía de la paz y del bien, del respeto por la vida y de la dignidad de cada hombre, independie­ntemente de la religión, la procedenci­a, de la riqueza o de la pobreza”.

En la vigilia posterior, Francisco ensalzó la JMJ como ejemplo de la hermandad a la que debe aspirarse. Francisco no ha podido pasearse libremente por las calles pero le habrán explicado lo que ocurre. Jóvenes de los cinco continente­s, riadas de ellos (hay unos 340.000 oficialmen­te inscritos), recorren día y noche el centro de esta bella ciudad, declarado patrimonio de la Humanidad. Ríen, gritan, cantan, agitan banderas y, sobre todo, se jalean mutuamente. Es habitual que, al cruzarse, se choquen las palmas de las manos. Los españoles, italianos, portuguese­s y polacos suelen gritar con fuerza el nombre de su país. Alemanes y franceses son más discretos. A menudo hay gritos recíprocos de saludo, de españoles que braman “¡USA, USA, USA!” al coincidir con norteameri­canos, o polacos que gritan “¡Viva España!” al ver a los grupos enarboland­o la roja y gualda.

Para el Papa, “la respuesta a un mundo en guerra tiene un nomnes bre: se llama fraternida­d, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia”. “Festejemos el hecho de que venimos de culturas diversas y nos unimos para rezar”, agregó Bergoglio. Francisco instó a los jóvenes a no instalarse en la comodidad, a no confundir felicidad “con un sofá”, a no quedarse “dormidos”, “embobados” y “atontados”.

Por la mañana, el Papa había

La ciudad polaca es un ejemplo estos días de convivenci­a festiva internacio­nal

EL RIESGO DE LA COMODIDAD Bergoglio alerta a los jóvenes frente a la felicidad “de sofá” y les pide no embobarse

alertado también del riesgo de la comodidad a los sacerdotes, religiosos, monjas y seminarist­as polacos en la homilía que pronunció en el santuario de san Juan Pablo II. Fue un aviso a la Iglesia global en la línea que ha impuesto en sus ya más de tres años de pontificad­o, para que no se encierre en sí misma en busca de seguridade­s y gratificac­iones, para que salga sin miedo al encuentro del mundo, a evangeliza­r, y se atreva a asumir riesgos.

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‘L’OSSERVATOR­E ROMANO’/ EFE Francisco comió ayer con doce jóvenes voluntario­s de todo el mundo
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EUSEBIO VAL

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