El líder del PP aceptó el encargo del Rey para evitar la vía PSOE-Podemos
Los populares creen que sólo el sí de C’s hará que los socialistas cedan
El miércoles, 24 horas antes de que el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, acudiera a su cita con el Rey, de la que salió con el encargo de formar gobierno, en el PP cundía el temor de que el PSOE y Podemos intentaran forjar un ejecutivo alternativo si el líder del PP volvía a declinar como ya hizo tras el 20-D.
A pesar de las negativas públicas de los socialistas, y las propias declaraciones del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en las que no acababa de descartar del todo la posibilidad de volver intentar su investidura, esa perspectiva influyó en la decisión del presidente del PP de comprometerse a intentar formar gobierno ante el Rey.
Según las fuentes conocedores de las conversaciones mantenidas por Mariano Rajoy con los líderes del PSOE y de Ciudadanos, las posibilidades de que la investidura de Mariano Rajoy saliera adelante antes de asumir el encargo del monarca eran prácticamente nulas. “Estaba todo muy mal”, aseguran esas fuentes, que destacan que el PSOE “no quiere ni sentarse a hablar” y Ciudadanos estaba enrocado en la abstención en la segunda vuelta, “que se le agradece, pero viene a ser lo mismo que votar que no”.
A esas alturas, el PP ya estaba convencido, y lo sigue estando, de que sólo un cambio en el sentido del voto de Ciudadanos, hasta llegar al sí a la investidura de Rajoy, puede hacerles albergar esperanzas de que se pueda producir una abstención de los socialistas, pero también habían comprobado, en este mes desde las elecciones, que “nadie quiere ser el primero en negociar y adquirir unos compromisos que luego serían papel mojado y un lastre político”. Tal sería el caso si Rivera anuncia el sí y finalmente Pedro Sánchez se mantiene en el no.
Los populares llegaron a la conclusión de que una forma de quitarse la presión que ejercía Ciudadanos sobre ellos, para el cambio de candidato –una condición que Mariano Rajoy asegura que Rivera no le ha planteado en ninguno de los contactos que ha mantenido con él– era que Mariano Rajoy pasara a ser el candidato designado por Felipe. De este modo, la negociación con el PP ya no admitía la petición de un relevo. O era sí, o era no, pero el candidato ya no podía ser cuestionado.
Según las fuentes consultadas, Mariano Rajoy y su equipo más cercano – el jueves, en su comparecencia en la Moncloa, el presidente en funciones estuvo acompañado por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y por la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal– contemplaban dos opciones antes de ir a ver al Rey: o bien salía de Zarzuela sin un encargo formal pero con la misión de llegar a un acuerdo en un plazo determinado para, una vez cumplido ,iniciar una nueva ronda
CARMEN DEL RIEGO La candidatura en firme de Rajoy tiene la virtud de hacer obsoleta la presión de C’s por el cambio de aspirante
con el Monarca, o bien asumiría directamente el encargo del Rey, tal y como acabó sucediendo. Con este compromiso Mariano Rajoy debía establecer –aún no lo ha hecho– un plazo de negociación.
En realidad, lo que Mariano Rajoy quiere, con su aceptación del encargo, es obligar a los partidos a sentarse a dialogar y hacer más difícil a los otros grupos la negativa a negociar con el argumento de que no tienen nada que decir.
Lo cierto es que muy pocos sabían lo que iba a hacer Mariano Rajoy a la hora en que el presidente del Gobierno salió del palacio de la Moncloa para acudir a la Zarzuela. A esa hora, la mayoría de dirigentes populares apostaban porque, tras la primera ronda de reuniones, no habría ninguna decisión de Felipe. Estaban convencidos de que Rajoy aplicaría el mismo criterio que en enero, cuando declinó el encargo del Rey al no tener votos suficientes.