Presión sobre el Poblenou
BARCELONA está de moda y esta circunstancia conlleva que la ciudad intente conjugar los beneficios y los inconvenientes que supone ser uno de los lugares más atractivos del mundo. Por esta razón, el gobierno municipal se ha fijado como objetivo la elaboración de un plan que responda al creciente malestar vecinal por las consecuencias negativas que la presión del turismo ejerce en los barrios más visitados sin restar energía a la enorme contribución económica que aporta este sector.
Los primeros focos de protesta aparecieron hace un par de años en la Barceloneta a raíz de la proliferación de apartamentos turísticos ilegales y de visitantes incívicos que rompían con las mínimas normas de convivencia. Las zonas del centro histórico de la ciudad ya hace tiempo que alertan de la saturación a la que les está sometiendo la actividad turística. Es por este motivo que una de las propuestas de futuro que tiene un mayor consenso político municipal es la descentralización del turismo, promocionando otras zonas de Barcelona. No obstante, la propia dinámica del sector se ha adelantado a la voluntad política y la actividad económica relacionada con el turismo ya está conquistando espacios hasta ahora inéditos para esta industria.
El Poblenou es uno de estos barrios turísticos emergentes, donde los vecinos detectan síntomas parecidos a las zonas más saturadas de turismo de la ciudad. Este antiguo barrio industrial está inmerso desde hace años en una transformación urbanística y económica de gran calibre gracias al desarrollo lento, pero implacable, del plan 22@. Ahora, la expansión de la actividad turística del centro hacia la periferia de la ciudad ha llegado con fuerza a este gran distrito de Barcelona que empieza a demandar una cierta ordenación para evitar caer en problemas que sufren otras zonas. Así, la amenaza de la proliferación de pisos turísticos ilegales, el temor a que la presión del turismo suponga un aumento del precio de la vivienda con el consiguiente éxodo de los más jóvenes del barrio o la implantación de terrazas y comercios de franquicia que pongan en peligro al tejido comercial tradicional son aspectos que inquietan a los vecinos del Poblenou como antes preocuparon a los barrios más céntricos.
La definición del plan municipal sobre el turismo todavía llevará tiempo, pero el Poblenou es un buen campo de pruebas para empezar a implantar algunas de las medidas que ayuden a conjugar adecuadamente la llegada imparable de la actividad turística que crea riqueza y puestos de trabajo en la ciudad con la convivencia en los barrios.