Testosterona en cuestión
¿Tiene un hombre que se reasignó como mujer una ventaja física sobre otras mujeres cuando practica deporte? Tradicionalmente respondida de manera afirmativa, la pregunta encuentra cada vez más matices, a medida que se profundiza en su estudio. De entrada, la mayoría de hombres goza de una cierta superioridad física sobre la mayoría de mujeres pero, una vez sometidos al pertinente tratamiento hormonal, las fuerzas se igualan más rápido de lo que se creía. De ahí, en parte, que el COI decidiera en enero aligerar las exigencias para los deportistas que transitan de un género a otro y reducir a uno los dos años de tratamiento hormonal antes exigidos a las mujeres trans. “El TRH de las chicas [la hormona para combatir la testosterona masculina] es lento y alcanza su máximo apogeo a partir del decimocuarto mes”, señala Antía Fernández, que inició su tratamiento hormonal hace algo más de un año. “Pero ya a partir del décimo mes, se ha producido una pérdida de masa muscular que te equipara a la deportista femenina”, prosigue la primera deportista trans en disputar una competición oficial en España. Con el tratamiento hormonal, los hombres que transitan a mujeres no sólo pierden masa muscular. También, velocidad, fuerza y potencia. Y sus marcas sufren un retroceso, apenas recuperable con un trabajo muy específico. Algunos médicos cuestionan incluso la justicia de exigir unos determinados niveles de testosterona para permitir a las mujeres trans competir en categoría femenina. “Si en muchas características fisiológicas se admiten variantes ventajosas aunque estén claramente fuera del rango de “normalidad”, ¿por qué no en los niveles de testosterona?”, se pregunta Victoria Ley, jefa del Departamento de Salud y Deporte de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte. “Es una hormona que puede tener ventajas en el rendimiento deportivo, aunque en el caso de las mujeres no está claro, pero muchas otras variantes genéticas tienen ventajas más evidentes y se admiten”, señala.“Este razonamiento llevaría a descartar a todos los deportistas de más de dos metros de altura, y ¡adiós a la NBA!”, reitera.