Muguruza, sin límites
Garbiñe tenía 18 años y yo dirigía el grupo de alto rendimiento femenino Elitia junto a Alejo (Mancisidor), entonces su entrenador. Allí estaban Carla, ella y muchas otras jugadoras de élite. Trabajé con ella y pasamos muchos momentos juntos. Desde el primer día me impresionó su mirada en la pista: Era mirada de número 1. Y acabará siéndolo. Una mirada intimidadora, profunda, desafiante. Para mí, Garbiñe tiene la personalidad ideal para el deporte de élite: valiente, determinante y muy competitiva.
Como todo/a tenista tiene y debe pasar por muchas etapas, experiencias y aprendizajes en su carrera. Pero hay un aspecto clave: Garbiñe no tiene límites. Por sus condiciones físicas y envergadura; su mentalidad y convicción, y su patrón de juego agresivo, dominante y adaptado al tenis moderno. Su presente y su futuro sólo dependen de ella. Cuando está enfocada, concentrada y con confianza, no tiene miedo a nada ni a nadie. Es tremendamente valiente. En la pista y fuera de ella. Esta es su principal virtud.
Da igual que el torneo sea en tierra, rápida, hierba, o sean sus primeros Juegos Olímpicos. Garbiñe está hecha para los grandes escenarios. Se crece en ellos. Le encantan los retos grandes y va a por ellos. Sólo necesita tiempo para adaptarse y gestionar todo lo que conlleva el éxito deportivo que ha conseguido y las expectativas generadas. Y en un deporte como el tenis, de alta exigencia diaria, esto es un factor diferencial: se compite como se vive y como se entrena. Y Garbiñe, gracias a su madurez, supo coger conciencia de ello.
Garbiñe puede aspirar a medalla en las tres modalidades: individual, el doble con Carla Suárez y el mixto con Rafa Nadal. Jugar tres competiciones en una semana es una situación nueva para ella. Pero su carácter y su hambre competitiva juegan a su favor. Puede lograrlo, o no. Pero no duden que tanto ella como Carla y el tenis femenino español con Lara, Tita, Sara, Paula y muchas otras nos depararán muchas alegrías en el presente y futuro.