La Vanguardia

El Estado alemán ha aportado ya el 7% de su PIB en ayudas a la banca

El 30% de los activos de las entidades germanas está en productos derivados

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Pese a la fortaleza de la economía alemana, sus bancos sufren grietas que, a primera vista, uno no se esperaría encontrar, como demostraro­n las pruebas de solvencia de la EBA del pasado viernes. Commerzban­k es el séptimo banco europeo con peor ratio en un escenario adverso (7,4%) y el Deutsche Bank el noveno (7,80%). En el 2015, la banca alemana eliminó casi 130.000 empleos, según datos de la federación patronal del sector de banca privada, AGV Banken.

Los bajos tipos de interés han afectado a los márgenes y al negocio de estas entidades, que desde hace años, igual que en otros países de Europa, se ven obligadas a ajustar plantillas o cerrar oficinas. “La banca alemana es la que está peor de todas. En particular, los bancos más pequeños de ámbito regional, que han aguantado estos años gracias a las ayudas públicas”, estima un economista de Mediobanca.

Y, efectivame­nte, desde el 2008 son los capitales públicos los que han sostenido el sistema bancario alemán, con un monto de 197.000 millones de euros, entre aumentos de capital y activos tóxicos que han acabado en manos del Estado. Una cifra que equivale a más del 7% del PIB alemán. Se estima que un tercio del sistema crediticio de Alemania está en manos públicas.

El otro problema es que, según un informe R&S Mediobanca, el 30% de los activos de los bancos alemanes son productos derivados, instrument­os financiero­s que presentan ciertos riesgos (Warren Buffet los calificó una vez como “armas de destrucció­n masiva”). ¿Peligra la solidez del sistema? Y aquí las miradas se dirigen al gran enfermo: el Deutsche Bank. Cuando los analiscias tas hablan de bomba de relojería es porque cuenta en su portfolio con productos derivados por un monto de 54 billones de euros, 20 veces el PIB de Alemania.

El Fondo Monetario Internacio­nal advirtió a finales de junio que el Deutsche Bank representa­ba “el mayor riesgo sistémico para las finanzas globales”. El año que viene cerrará 188 oficinas. El banco prevé una supresión de otros 9.000 empleos hasta el 2018. Se retirará por completo de diez países, incluidos Argentina, Chile, México, Perú y Uruguay. Sus acciones ahora cotizan dos tercios por debajo su valor contable. En julio marcaron su mínimo histórico. Han perdido la mitad de su valor en un año. Morgan Stanley estima que necesita 9.000 millones de capital de aquí al 2018, sin contar que la entidad se enfrenta a una serie de escándalos judiciales y financiero­s que ya le costaron 12.000 millones desde el 2012. El segundo trimestre del año reflejó el momento más delicado. Las ganan- netas fueron de 20 millones frente a los 818 millones del mismo periodo del 2015, cuarenta veces más. Las provisione­s para créditos dudosos, que aumentaron de 151 hasta 259 millones, también lastraron los resultados. Y el año pasado, no hay que olvidarlo, las pérdidas rompieron la barrera con un récord negativo de 6.800 millones.

Commerzban­k también tiene problemas. Ha anunciado una caída de su ratio de solvencia, que bajó al 11,2% del capital. Sus beneficios registran una caída del 32% respecto al año anterior. El crack de Lehman Brothers en el 2008 le causó pérdidas por 4.000 millones, y, como suele ocurrir, tuvo que ser rescatado por el Estado.

Una de las peculiarid­ades de la banca alemana es su exposición al sector marítimo. Según fuentes financiera­s, los diez bancos más grandes de Alemania tienen más dinero invertido en este sector que en países como Grecia, Irlanda, Portugal y España. El alto riesgo de insolvenci­a de las navieras está pasando factura. “El mercado de contenedor­es está totalmente sobredimen­sionado”, asegura Thomas Mattheis, de la consultora marítima TPW Todt.

HSH Nordbank, controlado por el Ayuntamien­to de Hamburgo, el mayor proveedor financiero del mundo del transporte marítimo, tiene créditos de dudoso cobro de 5.000 millones. Podría tardar una década en limpiar esta cifra de sus balances. Y, una vez más, ha recibido ayudas por 3.000 millones en garantías estatales. Quedan las pequeñas sparkasse, cajas de ahorro que están sujetas a la vigilancia de la Bafin, la CNMV alemana, y sobre las cuales el BCE no es competente ni para vigilar. Otra grieta escondida.

Se estima que un tercio del sistema crediticio alemán está en manos del Estado Federal

Las diez mayores entidades alemanas tienen una alta exposición al sector del transporte marítimo

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MARTIN LEISSL / BLOOMBERG La sede central del Deutsche Bank

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