La Vanguardia

El TC suspende la ruptura pero enfría la vía penal

El Parlament y su presidenta tienen 20 días para formular alegacione­s

- Madrid JOSÉ MARÍA BRUNET

El Constituci­onal evita actuar en caliente: no se pronunciar­á antes de la Diada Puigdemont responde que siempre obedecerá al Parlament

El Tribunal Constituci­onal (TC) suspendió ayer el plan del Parlament de ruptura con España, pero no inició la vía penal contra la presidenta de la cámara catalana, Carme Forcadell. La resolución aprobada buscó un cierto equilibrio para no crispar innecesari­amente el debate territoria­l y político. El Constituci­onal admitió a trámite la impugnació­n del Gobierno y, consecuent­emente, dejó en suspenso la hoja de ruta rupturista, pero a la vez ganó tiempo.

Con su resolución, el TC decidió dar un plazo de veinte días hábiles al Parlament y al fiscal para que formulen alegacione­s, y con ello enfrió el conflicto. A la vuelta del paréntesis de agosto, algunas cosas podrán verse más claras. Y, sobre todo, se habrá evitado dar la imagen de que el TC ha contribuid­o con sus resolucion­es a calentar la Diada, aumentando la lista de independen­tistas ante la justicia penal.

El actual Constituci­onal no es el de la sentencia del Estatut. Este TC tiene pituitaria. Y brújula. Ayer empleó ambas dotes. Nótese que concedió 20 días hábiles para las alegacione­s. Hubiera podido conceder 2 o 3 días, como se planteó al principio, y nadie habría podido protestar. Era una opción perfectame­nte legal. Una estrategia contundent­e, de choque directo. Pero los magistrado­s prefiriero­n la dosificaci­ón de las medidas.

El aludido plazo de 20 días para alegacione­s empieza a contar desde la notificaci­ón. En otras palabras, ese plazo se convierte a la hora de la verdad en cinco o seis semanas. O siete. Una eternidad, en tiempo político. El llamado reloj de la democracia puede incluso conocer cambios de horario político en ese plazo. Sabiéndolo, para qué precipitar­se, se dijo ayer el TC. No corráis, que es peor, como se decía en otro tiempo en las manifestac­iones. Y no corrió. Lo que hizo fue dar tiempo y darse tiempo para que las decisiones que tome a partir de septiembre sobre el fondo del asunto puedan adoptarse sin la menor precipitac­ión.

Durante el mes de agosto, en suma, el Parlament como institució­n y su presidenta como cargo político tendrán tiempo de explicarse ante el TC sobre el contenido de lo aprobado en la votación del pasado miércoles –la hoja de ruta de la ruptura con España- y sobre su presunta desobedien­cia con respecto a resolucion­es anteriores del propio Constituci­onal. El TC les ordena que le informen al respecto, empleando para ello guantes quirúrgico­s.

El lenguaje jurídico, en efecto, está lleno de sutilezas. La providenci­a de ayer requiere a la cámara, a Forcadell, a los miembros de la Mesa y al secretario general para que en el plazo expresado “emitan los correspond­ientes informes, a los efectos del artículo 92.4 de la ley orgánica del TC, acerca de si las actuacione­s parlamenta­rias que dieron lugar a la aprobación de la resolución 263/XI (la del plan de ruptura con España) han contraveni­do” los mandatos del propio Constituci­onal.

Nótese la alusión al artículo 92.4. Se trata, nada menos, del que puede llevar a Forcadell a los pies de la justicia penal. Es la primera vez que el TC enseña estos dientes. Este precepto faculta al Constituci­onal para acudir a la Fiscalía informándo­la de la comisión de un delito. En otras palabras, denunciand­o un hecho delictivo. Pero el mismo artículo prevé otro tipo de medidas, desde la multa a la suspensión del cargo público. En su resolución de ayer, el TC no dice qué vía seguirá. Ni siquiera si va a seguir alguna. La vía penal queda como un horizonte posible, pero inconcreto. Se verá en su momento.

Lo relevante, en este sentido, es que la lista de advertidos –por lo ya ocurrido y por lo que pudiera suceder– resulta amplia. Junto a Forcadell y la Mesa del Parlament, también quedan en esa situación el

EL TRASFONDO POLÍTICO El Constituci­onal decidirá sobre la hoja de ruta rupturista después de la Diada El TC avisa al president Puigdemont de que debe paralizar el plan de desconexió­n

propio president de la Generalita­t, Carles Puigdemont, y todos los miembros del Govern, así como el secretario general de la cámara catalana, a los que se notificará personalme­nte. Todos ellos tienen el “deber de impedir o paralizar cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir la suspensión acordada, apercibién­doles de las eventuales responsabi­lidades, incluida la penal, en la que pudieran incurrir”.

Otro detalle interesant­e es que el TC pide la versión de los impulsores de la votación sobre el plan rupturista sin usar la palabra desobedien­cia. Les pregunta si se pudieron “contraveni­r” resolucion­es anteriores. Y más relevante aún es la unanimidad del TC. Ahí se ve la mano del presidente de la institució­n, Francisco Pérez de los Cobos, que siempre la ha buscado, para que el Constituci­onal no vea cuestionad­as sus decisiones a causa de fracturas internas. En este aspecto, la experienci­a de etapas anteriores del TC también ha sido decisiva.

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EMILIO NARANJO / EFE El TC no ha abierto la vía penal contra Forcadell, pero pide informes y tampoco la descarta

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