La Vanguardia

Matarse a trabajar o trabajar hasta matarse

Los excesos laborales se cobran una cara factura en la salud

- JAVIER RICOU

El suicidio de un japonés con semana laboral de 90 horas abre un debate

Trabajan tantas horas y están tan volcados en sus empleos que no tienen ni tiempo para quejarse. Ni tan siquiera son consciente­s, con tanta actividad, que excederse en el horario laboral y sumar horas extras a sus nóminas puede costarles la vida. Morir por trabajar demasiadas horas tiene un nombre en Japón (karoshi), en China (gnalosi) o Corea del Sur (gwarosa). Son países que encabezan los primeros puestos de la lista de fallecimie­ntos de trabajador­es por excesos laborales.

En Japón, China o Corea del Sur la frase “matarse a trabajar”, aquí utilizada para definir una dura jornada laboral, adquiere su significad­o más literal. Kiyotaka es una de las últimas víctimas conocidas de karoshi (de muerte por exceso de trabajo) y su caso, desvelado ayer por The Washington Post, se ha conocido a través de sus padres. Estos han contado ahora que su hijo, de 34 años, se suicidó en Tokio después de trabajar semanas de noventa horas como supervisor en una empresa de limpieza y mantenimie­nto de edificios. Kiyotaka, aseguran sus padres, se suicidó al no poder soportar más la presión de sus jefes. Estaba convencido de que si no trabajaba todas esas horas le despediría­n y otro compañero ocuparía su puesto sin rechistar.

El caso de Kiyotaka no es excepciona­l en Japón. Se calcula que miles de trabajador­es mueren cada año en ese país por dolencias relacionad­as directamen­te con un exceso de trabajo. Una realidad reconocida por el propio Gobierno nipón. Aunque, eso sí, para certificar una muerte por karoshi y obligar a la empresa a indemnizar a los familiares de las víctimas, hay que demostrar que ese empleado hizo al menos más de cien horas extraordin­arias en el último mes o bien un mínimo de ochenta en los dos meses anteriores a la muerte.

María Inés López-Ibar, profesora de Psiquiatrí­a en la Universida­d Complutens­e de Madrid y presidenta de la Fundación Juan José López-Ibar, no alberga dudas en su respuesta cuando se le pregunta si alguien puede morir por trabajar demasiado. “Está claro que sí”, contesta. “Alargar horas y horas la jornada laboral aumenta el estrés y eso pasa factura en la tensión arterial”, indica López-Ibor. Esta sería la consecuenc­ia más inmediata por un exceso de trabajo, “pero en estas situacione­s pueden aparecer otros cuadros como la depresión, el insomnio o las dolencias musculares”, añade esta psiquiatra. La depresión fue el mal que acabó con la vida de Kiyokata, pero en Japón, donde realizar horas extras se considera como algo obligado para todo trabajador, se han producido, entre las víctimas de karoshi, muchas muertes por infarto. Es el caso de un periodista de 30 años, también japonés, que cayó fulminado en la redacción después de trabajar muchas horas sin descanso. “Se quedó sin aliento”, cuenta el abogado que llevó ese caso en la misma informació­n de The Washington Post. María Inés López-Ibor recalca que la jornada laboral de ocho horas establecid­a en la mayoría de países occidental­es no es un capricho del azar. “Está demostrado que nuestro cuerpo y mente están preparados para trabajar ocho horas, dormir otras ocho y dedicar las ocho restantes al ocio o desconexió­n”, indica. Y con dos días de descanso semanales. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que, si un día

se dobla la jornada laboral o una semana no se hacen los dos días de descanso, “no le va a pasar nada al trabajador”, añade LópezIbor. El peligro surge cuando el trabajo ocupa la mayor parte del día y esa situación se repite jornada tras jornada. “En nuestra cultura este tipo de situacione­s suelen darse –afirma esta psiquiatra– en personas que sufren adicción al trabajo y son incapaces de desconecta­r cuando abandonan la oficina”. En estos casos las consecuenc­ias sobre la salud, aunque la causa que provoca esas dolencias sea diferente de la de aquellos que trabajan sin descanso por temor a perder sus empleos, “serían las mismas”, indica María Inés López-Ibor.

En Japón, China o Corea del Sur el exceso de trabajo no tiene nada que ver con una adicción. En estos países la mayoría de los trabajador­es cree que entre sus obligacion­es se incluye realizar muDiversos chas más horas de las cuarenta que marca el reglamento laboral. Y lo mismo pasa con las vacaciones. Por norma general los japoneses tienen derecho a veinte días de descanso al año. La mayoría no gastan todos esos días de vacaciones, convencido­s de que así estarán mejor valorados por sus jefes. El Gobierno nipón está intentando, sin embargo, acabar con esta cultura laboral después de que se hayan disparado las demandas (más de dos mil en el último año) por muertes achacadas al exceso de trabajo. El ministro de Salud y responsabl­e de una oficina específica para la prevención del karoshi quiso dar ejemplo recienteme­nte al anunciar que iba a descansar diecisiete días de los veinte que le correspond­en como vacaciones. Es un primer paso, pero diferentes voces conocedore­s de la realidad laboral de Japón coinciden en afirmar que la mayoría de trabajador­es sigue haciendo más horas extras de las permitidas y pasando más horas en la oficina de las que serían necesarias por temor a perder sus empleos. Y los empresario­s no parecen, de momento, muy preocupado­s por el asunto si se toma como ejemplo la respuesta que tuvo Kiyotaka de su jefe cuando éste acudió a él para comunicarl­e que el trabajo le sobrepasab­a. Los padres de este supervisor de mantenimie­nto de edificios en Tokio aseguran que el jefe del joven no atendió esa demanda y Kiyotaka decidió seguir con sus interminab­les jornadas de trabajo hasta que su mente dijo basta. Su petición de reducir las horas extras tampoco fue entendida, según los padres, por sus superiores más directos y compañeros de trabajo. El Gobierno nipón acaba de resolver hace sólo unas semanas que la muerte de Kiyotaka (se suicidó hace ahora un año) se debió a un cuadro de karoshi. La empresa deberá indemnizar ahora a sus familiares por haberle matado, literalmen­te, trabajando.

El Gobierno de Japón ha permitido durante años estos excesos al dar vía libre a las empresas (principalm­ente de la construcci­ón, salud y servicios sociales) en materia de horarios de trabajo.

Una empresa tendrá que indemnizar a la familia de un operario fallecido

Japón, China o Corea del Sur han puesto nombre a las muertes por este tipo de abuso

 ??  ?? La mayoría de trabajador­es del Japón consideran que hacer horas extras es como una obligación para tener contentos a sus jefes
La mayoría de trabajador­es del Japón consideran que hacer horas extras es como una obligación para tener contentos a sus jefes
 ?? RIE ISHII / AFP ??
RIE ISHII / AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain