La infame purga
El Gobierno turco reacciona ante las críticas internacionales a las represalias tras el intento de golpe
Después de la forzada expulsión de 69.779 funcionarios y la detención de docenas de periodistas a raíz de la fallida intentona golpista del 15 de julio, el Gobierno turco admite que puede haber cometido fallos en su dura respuesta.
Después de la forzada expulsión de 69.779 funcionarios y la detención de docenas de periodistas a raíz de la fallida intentona golpista del 15 de julio, el Gobierno de Ankara admitió ayer por vez primera que puede haber cometido fallos en su dura respuesta.
“Si ha habido errores, se corregirán”, declaró el viceprimer ministro Numan Kurtulmus después de que Ankara haya recibido numerosas críticas en el extranjero por su masiva neutralización de supuestos simpatizantes del clérigo musulmán Fethullah Gülen en el ejército, la educación, los medios de prensa y la justicia.
Tan solo en las fuerzas armadas, al menos 119 generales y 32 almirantes han tenido que irse sin honores, un 44% de la cúpula militar. Según Ankara, más de 18.000 personas han sido detenidas a raíz del golpe y hasta 50.000 pasaportes han sido cancelados.
“Los ciudadanos que no tienen ninguna afiliación con ellos (los seguidores de Gülen) deberían relajarse” porque “no se les hará daño”, agregó Kurtulmus en una conferencia de prensa. En cambio, los que estén vinculados con el imán exiliado en Estados Unidos “tienen que tener miedo; pagarán el precio”, reiteró el viceprimer ministro, en relación a los simpatizantes de Gülen, sospechoso en Turquía de estar detrás de la intentona y cuya extradición exige Ankara a Washington.
Previamente, el primer ministro Binali Yildirim había admitido también la posibilidad de que entre las decenas de miles de víctimas de las expulsiones y detenciones haya habido algunos que hayan sido objeto de abusos. “Un minucioso trabajo está en curso acerca de los que han sido despedidos”, dijo Yildirim, según la agencia semioficial Anadolu.
Estos notables cambios de tono se unen al inusual gesto de reconciliación nacional que tuvo el pasado viernes el presidente Recep Tayyip Erdogan –capaz de polarizar Turquía una y otra vez– al anunciar que dejaría caer todas las demandas presentadas, más de dos mil, contra ciudadanos turcos por presuntas ofensas a su persona. Erdogan indicó que la
decisión fue provocada por “sentimientos de unidad” a raíz de la respuesta social al golpe.
Lo que en cambio Erdogan no perdona es que no se le permitiera dirigirse a la multitudinaria manifestación –de entre 30.000 y 40.000 personas, según la policía alemana– en apoyo a su persona que se celebró en Colonia este domingo. Por ello, Ankara convocó ayer a un diplomático alemán de alto rango.
El portavoz de Erdogan, Ibrahim Kalin, había calificado de “inaceptable” la prohibición del Tribunal Constitucional Federal, que suponía, a su juicio, una “violación de la libertad de expresión y del derecho de reunión”. Horas antes de la manifestación, la corte alemana prohibió que se difundiera por vídeo una intervención en directo de políticos turcos, incluido el presidente Erdogan, por miedo a que esto pudiera provocar altercados.
Otra relación bilateral que tampoco parece funcionar bien es la que mantiene Ankara con Washington. Desde la calle, en Estambul, a las más altas autoridades turcas en Ankara persisten las sospechas de que Gülen cuenta con apoyo de Washington.
En un evidente esfuerzo por mejorar las relaciones con Turquía, el número uno del ejército estadounidense, general Joseph Dunford, visitó ayer de manera oficial las dependencias del Parlamento turco que fueron severamente dañadas tras cuatro bombardeos el día del golpe. De Dunford se esperaba ayer, según fuentes oficiales, que condenara duramente la intentona.
Su llegada al país el domingo fue precedida la víspera por una masiva protesta contra la base áerea que mantiene Estados Unidos en Incirlik, en el sur de Turquía. Debido a rumores de otra intentona, un largo convoy de vehículos privados, taxis, autobuses y camiones se dirigió hacia la base el domingo para intentar evitar la salida de carros de combate. “¡Eh, América, miserable!, ¿Puedes humillar hasta tal punto al pueblo turco?”, exclama una mujer con velo en un vídeo que mostraba las largas colas de vehículos en Adana y que corrió como la pólvora por las redes sociales.