La juventud perdida
Vicente Valero reflexiona sobre la transición política española y los efectos en su generación
Tras el éxito de Los extraños y El arte de la fuga, el escritor ibicenco Vicente Valero publica Las transiciones, una novela que propone el encuentro de un grupo de amigos veinte años después de la época en la que eran inseparables.
El encuentro de un grupo de amigos en el entierro de uno de ellos, Ignacio, veinte años después de su época de inseparables, lo cambia todo. De esa situación que algún día sorprende a tantos parte Las transiciones (Ed. Periférica) de Vicente Valero, libro que aún siendo prosa se lee –como todo en este autor– como poesía.
“Aunque el lenguaje de la poesía es único y sólo se de estrictamente en el poema”, detalla Valero. “La poesía nos protege de los lenguajes políticos, de los manipuladores, de la mentira en estado puro...” mantiene este hombre que ha leído en profundidad a San Juan de la Cruz, a Hölderlin, a Pessoa... Y se nota.
Tras el éxito de Los extraños y El arte de la fuga, Valero forja una historia ambientada en su Ibiza natal. Lo que significó para esos “niños de la transición”, en su mundo personal, el cambio político que siguió a la muerte de Franco, es algo que sólo puede explicar con detalle quien lo vivió. Valero, que nació en 1963, es testimonio en primera persona.
¿Existió en realidad Ignacio, ese amigo que murió demasiado pronto? “Por supuesto. Se parecía mucho al de la novela. Todos hemos tenido un amigo como Ignacio, más de uno incluso. Lo mismo puedo decir de Amelia”
La novela incluye episodios de chavales mirando a escondidas el Penthouse y algún bofetón de director de escuela. A lo Cuéntame. “La Iglesia y la atmósfera social franquista en general influyeron en nuestra no-educación sexual. La transición tampoco se ocupó de educarnos, simplemente puso a nuestro alcance la pornografía”.
Piensa Valero, estos días en que se cumplen 80 años de la guerra civil española, en alguna asignatura pendiente que le queda a este país por saldar sobre aquellos hechos. “Pero no sé si es posible saldar todas las cuestiones pendientes de una guerra tan brutal y en la que el enemigo no era un país extranjero sino tus propios vecinos, tus amigos o incluso tu propia familia”
¿Qué tienen en común los llamados “niños de la transición”? “Recibimos el impacto sin entender casi nada y sin que nadie se ocupara tampoco de explicárnoslo bien. Crecimos en un ambiente represivo pero de un día para otro nos encontramos, todavía siendo niños, con la libertad y la democracia, que cuestionaban todo lo que nos habían dicho y se estaba haciendo con nosotros hasta entonces en los colegios y hasta en las propias familias. Con la muerte de Franco”. Recuerda Valero
“De un día para otro nos encontramos con la democracia y la libertad que cuestionaban lo que nos habían dicho antes”
que hubo una rápida crisis de autoridad en todos los ámbitos sociales. “Y nosotros fuimos los primeros beneficiarios. Aunque esto significó también que tuvimos que padecer las dudas, las inquietudes, el nerviosismo, los miedos de nuestros mayores”
Sigue siendo un poeta en prosa. “Aunque la prosa me permite contar historias, propias y ajenas, me regala el placer de narrar, mientras que la poesía siempre ha sido para mí una indagación íntima, una aventura espiritual”.