El primer lobo solitario
Medio siglo del tiroteo del campus de Austin que abrió la era de las masacres en EE.UU.
La torre del campus de la Universidad de Texas (UT), con sus 93,5 metros de altura, es el icono de la institución y uno de los referentes de Austin. “Un símbolo de la excelencia académica y de las oportunidades personales”, según se específica en su web.
De Charles Whitman, ni una alusión. Pero el legado de este exmarine en la sociedad estadounidense resulta más que profunda. Ayer se cumplió medio siglo de que Whitman, un tirador acreditado de 25 años, ascendiera a esa torre, armado con su rifle, y abriera fuego. Fue seleccionando a sus objetivos a una distancia de 450 metros.
Causó 17 muertos, entre los que se cuenta un feto de ocho meses, cuya madre sobrevivió y forma parte de los más de 30 heridos. El francotirador murió tiroteado en su incursión criminal, calificada como la primera matanza masiva en la era moderna de Estados Unidos. Después, esta masacres se han convertido en un lugar común.
Este primero de agosto se celebró en el campus de Austin un acto de tributo a las víctimas y a aquellos que salieron con vida. Se inauguró un memorial. En una de esas jugadas del destino, la conmemoración coincidió con la entrada de vigor de la ley que convierte a Texas en el octavo estado en el que se permite a los estudiantes, a partir de los 21 años, llevar sus armas (ocultas) en los edificios del campus, e incluso, en diversos casos, en aulas, despachos o dormitorios.
La regulación, impulsada y firmada por el gobernador conservador Greg Abbot, ha despertado una larga polémica. El redactor, el senador estatal republicano Brian Birdwell, aseguró que la fecha para la implementación de la normativa no está vinculada al 50 aniversario, que sólo es pura coincidencia.
Otros lo han visto como una burla. El decano de Arquitectura, Fritz Steiner, se ha marchado. “No creo en esta ley”, dijo. Un grupo de profesores ha formulado un pleito judicial. Se oponen a esta norma porque piensan que viola su libertad académica. Creen que se habrán de auto censurar en cuestiones controvertidas como religión o política para no exponerse a recibir un disparo. Los estudiantes que les secundan también plantean esa preocupación
Una de las más significativa opositoras es Claire Wilson James, hoy una mujer de 68 años, que perdió a su hijo nonato y a su novio Thomas Eckman, que recibió un tiro en el cuello.
Los defensores de la ley sostienen que la capacidad de defensa es mucho mayor. Y recuerdan que, en aquel 1 de agosto de 1966, la irrupción de ciudadanos armados (la policía no estaba preparada por su falta de experiencia y sólo después se fundaron los equipos especiales) impidió que Whitman provocará una tragedia mayor. Las muertes se produjeron en los primeros 20 minutos, mientras que la situación se prolongó alrededor de 96 minutos.
Charlie, como le llamaban, nació en una familia con un padre maltratador. Al concluir el bachillerato en 1959, ingresó en
El aniversario de la tragedia coincide con el permiso para llevar armas en los campus del estado de Texas
los marines. Estuvo dos años en la base de Guantánamo y, como militar, obtuvo una beca para la UT, donde conoció a su esposa.
Sufría depresiones de las que culpaba a su padre. Su madre se había separado e instalado en Austin. En marzo de 1966, le confesó a un psiquiatra que fantaseaba con subir a la torre del campus y disparar. “Es algo que sugieren todos los jóvenes del país”, escribió el médico.
Pasados escasos cuatro meses, Charlie se armó. Primero acabó con su madre a puñaladas. “Me duele lo que he hecho pero, si hay cielo, allí estará mejor y, si no existe, la he liberado del dolor en la tierra”, escribió.
Entonces le tocó a su esposa. “Te quiero, no sé por qué hago esto. Tal vez para no atormentarte con lo que voy a hacer”.
El primer lobo solitario.