La guardia fronteriza europea llega tarde
LA nueva Guardia de Fronteras y Costas de la Unión Europea (UE), que debía estar formada por 1.500 agentes, para reforzar los puntos más problemáticos de entrada de refugiados, no estará cuando más se necesita, que es en este mes central del verano. La burocracia de Bruselas ha sido incapaz de implementar con la rapidez necesaria el acuerdo alcanzado por los países miembros a principios de julio para desplegar esta nueva fuerza de intervención rápida que debe reforzar la actuación de la Frontex, la actual Agencia Europea de Control de Fronteras Exteriores. Entre sus funciones, los integrantes de la nueva guardia fronteriza y costera, que deberán poder desplazarse en un plazo máximo de diez días, previo acuerdo con el país en cuestión, efectuarán labores de identificación, registros, tomas de huellas, canalización de las solicitudes de asilo y lucha contra las redes de tráfico de personas.
No será hasta pasado el verano, a mediados de otoño, cuando la nueva unidad de vigilancia podrá empezar a operar con normalidad. Será demasiado tarde para que puedan reforzar las fronteras y las costas europeas si se produjera un repunte desproporcionado de las llegadas migratorias, como sucedió el verano pasado en Grecia e Italia, y que desbordó a las autoridades de ambos países. Este año, a diferencia del anterior, está en vigor el frágil y polémico acuerdo con Turquía que por el momento ha frenado drásticamente la llegada de inmigrantes a la Unión Europea.
La creación de la nueva guardia es un cambio cualitativo respecto a la Frontex, ya que supone la creación de una verdadera policía directamente dependiente de la Comisión Europea que aplicará una doctrina común en las fronteras. Hasta ahora la Unión Europea ha tenido un papel meramente coordinador en la vigilancia de las costas y de las fronteras, ya que la Frontex no dispone de personal propio, sino que recurre a los estados miembros para pedirles personal que pueda desplegarse en misiones europeas. Pero incluso en este caso los países europeos han estado cicateros este año: de los 1.580 expertos solicitados para trabajar en Grecia sólo se han facilitado 854.
Nuevamente, pues, la Unión Europea reacciona tarde y mal ante el problema de los refugiados y la inmigración ilegal. Además, la nueva Guardia de Fronteras y de Costas, pese a suponer un refuerzo importante, seguirá siendo claramente insuficiente para afrontar un reto de dimensiones colosales, como es el adecuado control de los centenares de miles de refugiados e inmigrantes ilegales que llegan hasta su territorio.