Todas las artes del arte
Documenta nació en 1955 en una pequeña localidad hugonote alemana para regenerar el arte que los nazis habían proscrito como degenerado. La documenta14 se abrirá el año que viene en el contexto más crítico desde la Segunda Guerra Mundial y evaporadas de la conciencia europea sus dramáticas lecciones. La doble sede Kassel-Atenas, en pie de igualdad, sin paternalismos ni victimismos Norte-Sur, puede actuar de antídoto a la fatiga del monólogo de Bruselas –nueva Bizancio en declive– y del Bundesbank. También en arte, que necesita con urgencia abandonar el pantano de las farragosas, eternas discusiones sobre cómo reformular el sistema artístico y actuar. Uno de los revulsivos es abrirse de forma decidida al contagio de los diferentes lenguajes creativos, una conexión que si siempre había estado en el núcleo de los grandes movimientos culturales, hoy, en el mundo de las redes, no puede ser más evidente. El teatro de Roger Bernat, cómplice de Paul B. Preciado, ahora comisario de programas públicos de la documenta, se acerca mucho a la performance, y también al ensayo, a la literatura y al arte de acción política. En la edición anterior, Chus Martínez , que trabajó, como Preciado, en el Macba, quiso reparar la inflamación mediática de la presencia del cocinero Adrià, invitando a pensadores, a ocho escritores y al cineasta Albert Serra. Entre ellos, Enrique Vila-Matas convirtió en novela su experiencia en Kassel, un autor que dialoga con Dominique-González Foerster o influye en varias exposiciones, como la que se presenta ahora en La Casa Encendida, Viaja y no lo escribas. Contagiar teatro, música, danza, pensamiento, literatura y arquitectura estaba ya en el programa de los románticos. Después se sumaron cine, diseño, objetos populares, ensayo, cómic, televisión, medios digitales... No hay ninguna gran obra que aún esté viva y que no sea híbrida.