Paz sostenible.
Río inaugura los Juegos con una fiesta propia de la tierra
La ceremonia inaugural de los Juegos envió al mundo un mensaje de paz
Si algo tiene Maracaná es magia. Más poseía el antiguo, pero el nuevo se la está ganando a copia de organizar acontecimientos de alcance universal. Allá, en uno de los templos más famosos de la historia del fútbol, se estaba celebrando al cierre de esta edición la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos 2016, la fiesta que se espera que sirva como antidepresivo para un pueblo que nada entre pobreza y estrecheces. Al mal tiempo, baile, música brasileña, carnaval, un poquito de samba y un canto a la bossa nova. Durante un rato el estadio se convirtió en un sambódromo. A falta de recursos económicos, los tres directores artísticos de la ceremonia, con el afamado cineasta Fernando Meirelles entre ellos, se las ingeniaron para salpimentar un espectáculo ciento por ciento de la tierra que contó con el acierto de convertir el suelo del estadio en una marea de emociones cambiantes, pues ahí se iban reflejando las temáticas y los efectos especiales.
Con tres pivotes fundamentales, la ecología con el jardín del Amazonas como testigo de una de las últimas zonas más o menos vírgenes del planeta; la diversidad, teniendo en cuenta la variedad de etnias del lugar, y la sonrisa, el abrazo, como ejemplo de un país que siempre ha tenido fama de cálido.
Un show con menos fastos y grandilocuencia que los de Pekín y Londres, pero con mucho sentido de la gambiarra, palabra que utilizan aquí para referirse a la capacidad de improvisación o de salir del atolladero cuando menos te lo esperas y de una manera ingeniosa. El espectáculo arrancó tras el mensaje de bienvenida y la entonación del himno brasileño por parte del cantante Paulinho da Viola, uno de los mayores exponentes de la música popular del país y un gran compositor de samba. Una vez puestos en situación, el Maracaná se transformó en un jardín enorme, paradigma del Brasil donde vivían los pueblos indígenas, que fueron anoche reivindicados con el lema “El inicio de la vida”. El pueblo y la naturaleza juntos y no siempre bien avenidos y menos cuando llegaron los europeos y colonizaron estas tierras, pasaje que se representó en otro número, como también el aterrizaje de los africanos y de los árabes y orientales. Tras la cultura étnica llegó la contemporánea y al final el Brasil más moderno, el de Vinicius de Moraes o el arquitecto Oscar Niemeyer. Ese fue el momento escogido para los acordes de la Garota de Ipanema de Tom Jobim, mientras la modelo Gisele Bundchen desfilaba de manera sensual y el nieto del compositor, Daniel Jobim, acariciaba la canción al piano. El público la acompañó con pasión y evidente emoción, como después bailó con intensidad todas las canciones de su imaginario.
No podían faltar a la cita grandes clásicos del ritmo brasileño como Caetano Veloso y Gilberto Gil, cuya música fue jaleada por los espectadores en la parte
ICONOS Tom Jobim, Caetano Veloso, Gilberto Gil o Gisele Bundchen, nombres propios
final, cuando la ceremonia alcanzó uno de sus clímax. Pero antes fue el turno del obligado desfile de todos los países, incluido Rusia, y del protocolo olímpico ante la atenta mirada de una cincuentena de líderes mundiales, la mitad que en anteriores Juegos. Era la hora de admirar como el respetable aplaudía con espíritu olímpico a Argentina, pese a la rivalidad y de ver sonreír a Rafa Nadal co- mo abanderado de España, esta vez sí, tras no poder serlo en Londres.
Se guardaban sorpresas, como la del encargado de encender el pebetero del estadio, secreto que no se había desvelado a la hora de escribir estas líneas, aunque la prensa brasileña hablaba del extenista Gustavo Kuerten. Lo que sí se sabía seguro es que Río tendrá dos pebeteros, uno en Maracaná y otro en el centro de la ciudad. Son pebeteros diseñados por el escultor estadounidense Anthony Howe, que explicó que están fundamentados en la vida en los trópicos. El del estadio es un fuego intencionadamente pequeño como mensaje de que hay que reducir la emisión de gases tóxicos para el medio ambiente en un contexto de constantes referencias a la preservación de la naturaleza.
Las buenas intenciones no se discuten pero la organización de Río tendrá que mejorar en los próximos días. Ayer los accesos a Maracaná fueron un auténtico caos, con autobuses perdidos por el camino, una falta de carteles indicativos y colas eternas que no pueden excusarse en los necesarios controles. Hubo gente que tardó más de tres horas en recorrer 30 kilómetros entre el parque olímpico de Barra de Tijuca y la ceremonia. De hecho, la inauguración empezó con muchos asientos vacíos en las gradas que se fueron ocupando progresivamente. En eso no fueron el mejor carnaval. Ahora arranca el deporte.
LAS SOMBRAS Se produjo un caos en los accesos a Maracaná y eso retrasó mucho al público