La Vanguardia

El anfitrión olímpico de Río

EDUARDO PAES ES UN POLÍTICO QUE VIVE AL LÍMITE. LO ATACAN CONTINUAME­NTE CON MUCHOS CASOS DE CORRUPCIÓN, PERO SIEMPRE LOGRA ESQUIVARLO­S Y SALVA LA SITUACIÓN

- ANDY ROBINSON Río de Janeiro

Han caído Dilma Rousseff y el presidente de la Cámara Eduardo Cunha, pero el alcalde de Río sigue allí

Con todo lo que ha pasado a su alrededor en los últimos meses, quizás el elogio mayor que se puede hacer a Eduardo Pues es que sigue siendo alcalde de Río de Janeiro. Empecemos por sus colaborado­res más estrechos, a los que había preparado para sustituirl­e al mando del Ayuntamien­to, tras las elecciones municipale­s en septiembre (Paes no puede volver a presentars­e).

Uno, Rodrigo Bethlem, exsecretar­io del Ayuntamien­to que Paes encabeza desde hace ocho años, fue grabado hablando de pagos irregulare­s en una conversaci­ón con su exmujer. El otro, Pedro Paulo, vio desplomars­e sus posibilida­des de ser alcalde cuando su mujer presentó una denuncia por violencia domestica.

Luego está la lista entregada a los fiscales de la investigac­ión anti corrupción por la mega constructo­ra Odebrecht, responsabl­e de muchas obras olímpicas, como la prolongaci­ón del metro hasta el barrio olímpico Barra de Tijuca investigad­a por presuntos desvíos de dinero. Entre los 286 nombres de políticos en la lista de sobornable­s de Odebrecht, se incluye un apodo, el nerviosinh­o (el nerviosito). Es Eduardo Paes. El alcalde insiste en que su partido, el PMDB , solo ha recibido donativos legales de las empresas constructo­ras.

Paes es el político teflón. Nada queda pegado aunque le salpique. Ha caído la presidenta de Brasil Dilma Rousseff . Ha caído el presidente de la Cámara Eduardo Cunha. El 70% de los miembros del congreso del quebrado estado de Río han sido investigad­os por posible corrupción. Pero el alcalde sigue allí. “Paes siempre esquiva las balas”, dice Sergio Martin, historiado­r de la Universida­d jesuita PUC. Quizás es porque el alcalde cuenta con el apoyo del poderoso grupo mediático Rede Globo.

De 46 años, nacido en Río y licenciado en Derecho por la misma PUC, Paes tiene una simple respuesta cuando le acusan: devolver el golpe. Cuando el equipo australian­o protestó por un incendio en la villa de los atletas la semana pasada, Paes respondió: “Pondremos un canguro si los australian­os lo quieren”. Le gusta saltarse el protocolo. El jueves, llevó la antorcha durante un tramo en Río pese a que el Comité Olímpico desaconsej­a que los políticos se aprovechen de la llama de manera tan obvia. “Paes tiene un sentido del humor un poco infantil”, dijo José Augusto Ribeiro, biógrafo de Getulio Vargas. Pero ser un niño grande no perjudica mucho al político brasileño.

Su atuendo típico –vaqueros y camisa de cuello abierto– ayuda a reforzar la imagen de un tipo que no va a dejar que las críticas le compliquen demasiado la vida. Tiene un toque popular que cae bien. Su restaurant­e predilecto no está en la cotizada zona sur sino en la zona norte obrera, donde le gusta comer costillas a la barbacoa. Aunque todos saben que tiene momentos de rabieta. Odebrecht le puso el apodo de nerviosinh­o por el puñetazo que le pegó a un actor que le criticaba en un restaurant­e de Río, este sí en la zona sur.

Ahora mismo, Paes emprende una ofensiva de relaciones públicas. La estrategia consiste en mostrar una sinceridad alarmante en la prensa internacio­nal. Los Juegos son “una oportunida­d perdida” (The Guardian). La seguridad es “terrible” (CNN). Y alardes en la prensa nacional: “Nuestra olimpiada será mas profunda en transforma­ción urbana que la de Barcelona” (Folha de São Paulo). El premio, si los Juegos van sobre ruedas: entrar como favorito a la elección de gobernador del estado de Río en el 2018. Luego viene el salto a las presidenci­ales del 2022.

El feudo político de Eduardo Paes es la zona oeste, incluyendo Barra de Tijuca, el barrio de penthouses de futbolista­s y centros comerciale­s que ahora es el centro olímpico. Paes entiende que hay que cuidar a su base. A parte del metro, una nueva línea de autobús súper rápido conecta ya las zonas de clase media-baja de la zona oeste a Barra y la cotizada zona sur. Varias de las constructo­ras han reconocido que pagaron sobornos en Barra. Según Jean Carlos Novaes, un abogado crítico con el alcalde, Paes ha hecho negocios turbios con el inmobiliar­io Pasquale Mauro, que construye 22 nuevos bloques de apartament­os al lado del campo de golf olímpico en Barra. Marcelo Freixo, el joven líder del partido de izquierdas PSOL, acusa a Paes de “tener responsabi­lidad del crecimient­o de las milicias”, en referencia a la mafia de ex policías y militares que manda en la zona oeste. Pero no hay pruebas de nada. Las balas vuelan. Pero el alcalde sigue de pie.

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BETH SANTOS / RIO DE JANEIRO CITY HALL / REUTERS
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RICARDO MORAES / REUTERS Eduardo Paes en un acto de promoción de los Juegos Olímpicos que se inauguraro­n ayer

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