Dos hombres de fe entre Clinton y Trump
MIKE PENCE Y TIM KAINE HAN ENTRADO EN LA GRAN ESCENA POLÍTICA DE ESTADOS UNIDOS AL SER LOS DOS ELEGIDOS COMO VICEPRESIDENTES POR DONALD TRUMP Y HILLARY CLINTON. LES DISTANCIA LA POLÍTICA Y LES UNE SU RELIGIOSIDAD
Parece más que adecuado abrazar a los dos protagonistas bajo una misma expresión. –¡Que Dios reparta suerte! Ya se sabe que los caminos del Señor son inescrutables. Pero Mike Pence y Tim Kaine, los dos elegidos por Donald Trump –el candidato republicano– y Hillary Clinton –la réplica demócrata– como sus respectivas apuestas para vicepresidentes en las próximas elecciones de noviembre, tienen unas raíces comunes.
A pesar de las distancias partidistas, los dos comparten unas convicciones morales que fluyen desde la profundidad de su fe cristiana. Sus vivencias como creyentes escenifican un debate teológico que se traduce y refleja en sus visiones políticas.
Existe un Todopoderoso, desde su punto de vista, y diversas maneras de aproximarse.
Así, Pence, de 57 años, representaría el fundamentalismo de la religiosidad occidental. Tanto en su puesto de gobernador de Indiana –lo ganó en el 2012–, como antes en el Congreso de Estados Unidos, se ha distinguido por el orgullo de disfrutar de una personalidad desincronizada con su época. Según su definición, él es “cristiano, conservador y republicano, por este orden”.
Durante sus días en el Capitolio, y a fin de evitar la tentación, Pence no acudía a actos que se sirviera alcohol si no iba acompañado de su esposa, Karen, con la que contrajo matrimonio en 1985 y con la que tiene tres descendientes (un varón y dos hijas). Algunos de sus colegas todavía recuerdan que bromeaban con evitar las palabras malsonantes cuando él irrumpía en la sala.
Como máximo cargo en Indiana, Pence centró sus esfuerzos iniciales en el desarrollo económico o el recorte de impuestos. Pronto derivó hacia una agenda de asuntos sociales que lo convirtió en una figura muy polarizada.
Aunque fracasó en su intento de prohibir los matrimonios homosexuales, si logró sacar adelante este pasado marzo una ley restrictiva sobre el aborto –recurrida ante los tribunales– que impide la interrupción del embarazo en caso en que se detecten malformaciones en el feto.
Sin embargo, la normativa que le originó mayor descrédito es la que rubricó en el 2015 con el nombre de Religious Freedom
Restoration Act. Una ley de restauración de la libertad religiosa para dar amparo a los creyentes más radicalizados que se negaban a prestar servicios –desde floristerías a restaurantes– a las parejas del mismo sexo, una vez que el Tribunal Supremo las regularizó a nivel nacional. Estalló la controversia. Ligas deportivas, grupos empresariales o compañías tecnológicas amenazaron con boicotear el estado. Pence se vio obligado a revisarla, de manera que entonces consiguió airar a los dos lados implicados en el debate.
A diferencia del republicano, Tim Kaine, de 58 años, estaría más vinculado a los movimientos de base. La semana pasada, en la convención demócrata celebrada en Filadelfia, proclamó expresándose en español: “En Honduras aprendí los valores del pueblo –fe, familia, y trabajo–, los mismos valores de la comunidad latina aquí en nuestro país”.
Fue su muestra pública de que es capaz de manejarse en la lengua de Cervantes gracias a sus nueve meses en el territorio centroamericano con misioneros jesuitas. “Me impactó tener una experiencia de primera mano de una dictadura, en la que unos pocos de la cumbre ocupaban el poder y al resto lo excluían”.
Nació en Minnesota pero creció en Kansas City, la ciudad de Misuri en la que su padre era el dueño de una herrería. Concluido el bachillerato, ingresó en la Universidad estatal, en la que acabó en tres años. Corría 1979 e ingresó en Harvard, en Massachusetts, para hacer Derecho.
“Nunca había puesto un pie en un campus como ese y me causó un impacto cultural”, sostuvo en una reciente entrevista en el ca-
Kaine: Antes de acabar Derecho en Harvard, hizo un paréntesis para ayudar a los jesuitas en Honduras
Pence: Renunció al catolicismo y se hizo evangelista, igual que dejó a los demócratas por los republicanos
nal C-Span. “Venía del Medio Oeste y no había viajado nada antes de ir a la escuela de leyes”, añadió. Siendo un año más joven que el resto de compañeros y devoto católico en un mundo de tradición secular, el joven Tim se halló totalmente desorientado.
“Recuerdo que pensé dos cosas: ¿Por qué voy tan acelerado? La vida es larga... Y también que no sabía qué quería hacer en el futuro y los otros daban la impresión de que sí lo sabían”, insistió.
Se pidió un paréntesis al final del primer curso y en 1980 marchó a Honduras. De pronto puso los pies en el suelo. “De la facultad de leyes de Harvard, ¿pero sabes hacer algo?”, le preguntaron al recibirle. Les respondió que en casa había ayudado a su padre. Lo destinaron a enseñar soldadura y carpintería a los adolescentes.
De regreso a la prestigiosa universidad, Kaine impresionó a sus compañeros con su compromiso, a partir de su convicción religiosa, de luchar por la justicia social. Sonaba a marciano en un lugar con sueños de llegar a ser el amo del universo. Y conoció a Anne Holton, compañera de aula, hija de un exgobernador republicano de Virginia, que le animó a unirse a un proyecto para dar asistencia legal a los encarcelados pobres.
No sólo se casó con Anne (1984), con la que disfruta de tres vástagos (dos varones y una hija), sino que dedicó más de una década como abogado defensor de los pobres, mientras sus colegas de Harvard se hacían millonarios.
Destacó por su reiterada oposición a la pena de muerte. Como hombre de convicciones, sentía repulsa por este castigo.
Pasado el tiempo, y ya como gobernador de Virginia (20062010), se negó a conmutar once condenas capitales. Las rubricó en estricto acatamiento de la ley. Su carácter moderado también le ha conducido a respetar la regulación pro aborto. Otros sólo ven una expresión de sus ambiciones.
Hoy senador (2012), su carrera empezó como alcalde de Richmond, ciudad muy segregada en la que ya demostró su equilibrismo. Asistía –y sigue– a una iglesia de negros, lo que supuso romper barreras. Para congraciarse con los blancos conservadores, instaló un mural del general Lee, el héroe de los confederados. Lo tuvo que sacar al poco.
Pese a ser un maestro tocando la armónica y cantar a menudo, afirman que Kaine no es la alegría de la huerta. Tampoco Pence goza de fama de divertido. Lo describen como un anacronismo.
Su cuna está en Columbus (Indiana). Su abuelo, irlandés, había emigrado a Chicago. Su padre abrió una gasolinera en su ciudad. La familia idolatraba a John F. Kennedy, el primer presidente católico. Los cuatro hijos profesaban esta creencia y Mike, que también se licenció en Derecho, hacía de monaguillo a diario.
Al ingresar en el Hannover College (1981) sintió que faltaba algo en su espiritualidad. Necesitaba una relación más directa con Jesucristo. En este viaje resultó decisivo dar con su futura esposa.
Rompió con el catolicismo y abrazó el cristianismo evangélico. Hubo otra brecha. Si en 1980 votó al demócrata Carter en contra de Reagan, luego se convirtió al republicanismo.
Por dos veces (1988 y 1990) perdió su envite de ser congresista. Lo alcanzó en el 2000, tras haber ganado fama como radiofonista. Dejó una huella en la manera de hacer campaña. Se negaba a insultar a los rivales. Pero ahora se ha asociado con el maestro del agravio y la falta de decoro.
Trump y Clinton son dos de los candidatos en la historia de EE.UU. que despiertan menos confianza entre los electores. Aunque con Pence y Kaine sea redundante, sólo por si acaso:
–¡Que Dios les coja confesados!