El defensor de la posidonia
MANU SAN FÉLIX ES EL JACQUES COUSTEAU DE LA ACTUALIDAD. CON ACCIONES ALGO CONTROVERTIDAS, SE HA CONVERTIDO EN UN ACÉRRIMO DEFENSOR DEL FONDO MARINO
JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL
Manu San Félix pisó por primera vez el puerto de La Savina en 1992, cuando el director de su tesis en biología marina le recomendó conocer y bucear en las transparentes aguas de Formentera. Desde entonces decidió quedarse a vivir allí, donde creó un centro de submarinismo: el Vellmarí, que al contrario de lo que muchos piensan no habla de marinos veteranos, sino del nombre popular de la Monachus
monachus o foca monje del Mediterráneo.
“Es un sueño recurrente, supongo que por mi fijación con este animal que está en muy serio peligro de extinción: descubro un enorme grupo de focas en una cueva secreta de la isla… y luego despierto”, comenta San Félix, cuyos referentes para dedicarse actualmente al mundo del submarinismo y a la defensa en la conservación de los mares fueron dos clásicos: Jacques Cousteau y Félix Rodríguez de la Fuente. “Por la manera de hacer las cosas, de divulgar y de hacer que la gente se concienciase de la importancia de la naturaleza, ambos fueron unos adelantados a su tiempo. Son absolutamente vigentes”, reconoce.
Ahora San Félix forma parte también de esas aventuras con las que fantaseaba de pequeño: hace ocho años, sus trabajos de fotografía submarina en Formentera llegaron a los ojos de la cúpula de National Geographic, que acabó fichándole como di- rector de imagen subacuática y ser parte de las expediciones del proyecto de Pristine Seas, junto al aventurero Paul Rose, en las que la organización involucra a gobiernos y les convence de la importancia de crear refugios marítimos en su territorio. Para este formenterense de adopción, trabajar para National Geographic va más allá de un sueño y es orgullosamente consciente de la influencia que tiene esa organización para hacer que las cosas cambien, una misión que le lleva fuera de su querida isla entre 100 y 180 días al año.
En casa, y prácticamente desde que llegó, fue consciente de una cosa: la importancia de la posidonia para que Formentera sea el paraíso que es. “Ahora mismo estoy trabajando en una película sobre el Mediterráneo que hablará cómo podrá ser este mar en 2030 según respetemos o no tesoros como las praderas de posidonia, que es el organismo vivo más grande y longevo del planeta, al que se ha estado matando progresivamente”, advierte. Las praderas, declaradas patrimonio de la humanidad en 1999 por la Unesco, son precisamente las responsables de la transparencia de las aguas de Formentera y Eivissa, una claridad que atrae cada vez más barcos a fondear ante su litoral para disfrutar de esta circunstancia, aunque el fondeo excesivo y descontrolado hace que muchas anclas, sobre todo las de los grandes yates, acaben haciéndolas desaparecer.
Hace cinco años San Félix quiso constatar el daño que hacían las anclas y se sumergió junto a un cámara bajo el enorme yate Turama para comprobar que en un solo día su ancla llegó a arrancar una hectárea de posidonia. Su acción, publicada al día siguiente en el Diario de Ibiza, tuvo una segunda parte al margen de la concienciación medioambiental: a bordo viajaba parte de la familia real saudí, que se quejó oficialmente al Gobierno español por sentirse amenazados en su seguridad. El buceador explicó que simplemente quería evidenciar lo que pasaba sobre la posidonia sin importarle quien estaba a bordo del barco. Esa iniciativa llamó la atención de la empresa suiza TAG Heuer, que desde entonces, por esa acción y por la personalidad del biólogo, le nombró embajador de la marca, y además este año le ha apoyado de nuevo para la creación de la fundación Vellmarí, centrada en la elaboración de un mapa exacto de la realidad y evolución de la posidonia para que las autoridades actúen en consecuencia. “Hacemos todo lo que está en nuestras manos e informamos documentalmente de lo que pasa. La administración es quien tiene la última palabra para actuar en consecuencia si quiere que este paraíso siga siéndolo durante muchos años”, indica San Félix antes de salir hacia una nueva inmersión. Ya son más de 12.000 en los últimos 35 años.