El candidato favorito
El lehendakari encara la campaña con un pie en la consulta y el otro en la gestión
Todas las encuestas aseguran que el actual lehendakari, Iñigo Urkullu, parte con ventaja, pero el combate electoral a múltiples bandas no será fácil.
Iñigo Urkullu ha vuelto de diez días de vacaciones en la playa bronceado y enfundado en el traje de candidato. Los nacionalistas ya han empezado a levantar las paredes maestras de su campaña electoral, conscientes de que tendrán que convivir con la polémica por la candidatura de Arnaldo Otegi y que tendrán que surfear los diferentes capítulos de la investidura en Madrid. Todas las encuestas aseguran que el lehendakari parte con ventaja pero el combate a múltiples bandas no será fácil.
De cara al 25 de septiembre, el Partido Nacionalista Vasco venderá previsibilidad, marcando distancias con la vía unilateral en la que se ha adentrado el soberanismo catalán. En la agenda vasca ha vuelto a aparecer la propuesta de una consulta pactada para avalar una nueva relación de Euskadi con el Estado. No es un compromiso nuevo porque ya figuraba en el programa electoral del 2012, con la diferencia de que entonces tenía fecha. Había que celebrarla en el 2015 pero la ponencia sobre autogobierno creada en el Parlamento de Vitoria no ha acabado los trabajos. La idea de los peneuvistas es que la ciudadanía vasca se pueda expresar sobre el acuerdo de los partidos políticos antes de que se envíe a las Cortes para ser negociado. Una vez aprobado, se tendría que someter a referéndum. En la primera entrevista después de incorporarse a su despacho, Urkullu ha dejado claro que la consulta habilitante es “irrenunciable” pero también ha subrayado que se hará con “garantías jurídicas” y buscando el consenso de las formaciones parlamentarias.
Podemos entrará por primera vez a la cámara autonómica y, según las encuestas, la suma de los
En la agenda vasca ha vuelto a aparecer la propuesta de una consulta pactada con el Estado
grupos favorables al derecho a decidir será muy mayoritaria. Tanto el PNV como la lista que lidera Pilar Zabala coinciden, con matices, en la idea de las soberanías compartidas y de una relación de corte confederal con el Estado. Por eso, los nacionalistas intentan frenar el auge de la nueva izquierda apelando a la gestión hecha en tiempo de crisis. Certeza y credibilidad son palabras recurrentes entre los dirigentes de Sabin Etxea. “Ilusión fundamentada es lo que quiero ofrecer”, ha dicho al lehendakari. El último Sociómetro –una serie de encuestas sobre la realidad social vasca– evidencia que más de un 40% de la población cree que la situación política y económica en Euskadi es buena o muy buena, lejos de los porcentajes cuando la pregunta hace referencia al conjunto de España. La ciudadanía aprueba al gobierno autonómico y suspende al central.
Con este contexto de fondo, Urkullu adelantó las elecciones al 25 de septiembre –estaban previstas para octubre– para alejarlas de una eventual repetición de las generales. El objetivo es centrar la atención en los indicadores vascos, si bien el avispero de la política española lo condiciona todo. De hecho, incluso Andoni Ortuzar, presidente del PNV, ha pedido que después del 25-S haya un bloque rotundo “que defienda con uñas y dientes el autogobierno” ante las mayorías en el Congreso. Arnaldo Otegi responde que el punto flaco de esta propuesta es que ni un gobierno PP-C’s ni uno PSOE-Podemos reconocerán nunca el derecho a decidir y la plurinacionalidad del Estado. Queda poco más de un mes para que las urnas nos saquen de dudas.