La paradoja de los abrazos on line
El abracismo es una reacción a la soledad creciente, y a la frialdad de las redes sociales como forma de comunicación entre las personas. Pero ni siquiera los abrazos pueden escapar al mundo virtual. Una aplicación con más de diez mil usuarios al día pone en contacto a quienes ofrecen y buscan un cariñoso estrujón, les ubica y facilita una cita. Otra presenta fotos, perfiles y datos de potenciales abrazadores y abrazados, como si se tratara de un app para ligar, aunque dejando claro de antemano que no se trata de relaciones sexuales, sino esencialmente platónicas, con un cierto toque físico. En internet circulan ya todo tipo de teorías de cómo debe ser un abrazo, cuántos convienen al día y su duración ideal en segundos. En California se ha creado la primera hugging school, dedicada a enseñar a los futuros abrazadores profesionales las técnicas para obtener la mayor conexión emocional posible, y maximizar la emisión de las hormonas que hacen sentirle a uno feliz y contento. El cursillo cuesta mil quinientos dólares, que los licenciados –a entre 60 y 80 dólares por sesión– no tardan en recuperar en cuanto consiguen trabajo.