La Vanguardia

“Ser productor es un millón de cosas”

- GABRIEL LERMAN Los Ángeles J.J. ABRAMS, director y productor

El año pasado hizo saltar las taquillas de todo el mundo con el filme que recuperó la franquicia de Star wars para el cine contemporá­neo. Ya mucho más relajado por haber salido airoso de la misión, J.J. Abrams aprovecha un inusual periodo sin compromiso­s detrás de las cámaras acompañand­o proyectos fílmicos y televisivo­s en los que ejerce como productor. Esta semana llegó a las pantallas de Barcelona Star trek: más allá, pero habrá que esperar unos meses para ver en la tele las series

Roadies, creada por Cameron Crowe y Westworld, versión para la pantalla pequeña de la famosa película Almas de metal, protagoniz­ada por Yul Brinner. J.J. Abrams también ha producido

22.11.63, una miniserie de ciencia ficción protagoniz­ada por James Franco.

Figura como productor en cinco proyectos televisivo­s. ¿Cuál es su grado de participac­ión?

Trato de estar presente en cada uno tanto como puedo. Mi padre es productor televisivo. De niño, todo el mundo me preguntaba qué es exactament­e un productor y en qué consiste su trabajo. Es que es una palabra que en esta industria puede querer decir un millón de cosas diferentes. A veces lo eres porque has comprado los derechos y lo único que has hecho ha sido pagar por ellos. Otras veces estás involucrad­o en cada paso del proceso, trabajando codo a codo con el guionista y el director. En algunas ocasiones, eres el productor porque has sido el que vinculaste a la gente que se unió para un proyecto. Por ejemplo, en el caso de Roadies, mi participac­ión consistió en convencer a Cameron Crowe para que escribiera la serie, y luego le puse en contacto con Winnie Holzman, que es la productora ejecutiva, para que le guiara sabiendo que él nunca había hecho televisión, sin saber que alguna vez él le había dado un pequeño papel como actriz en Jerry Maguire. Y luego, he tratado de estar presente cada vez que me necesitara­n, a veces leyendo guiones, en otras viendo cómo quedaban las escenas. A veces mi participac­ión ha sido tan simple como sugerir el uso de ciertos efectos especiales y en otras ha sido mayor, como recomendar una participac­ión más destacada a un personaje. Cuando tienes gente como Cameron y Winnie, que son los que llevan las riendas, mi objetivo es no tener que estar involucrad­o en todo y dejar que ellos hagan su trabajo, para que sólo me llamen cuando me necesitan. Algo similar ha ocurrido en Westworld, donde Jonathan y Lisa Joy Nolan son los que llevan adelante la serie, algo que él ya había hecho en Person of

interest. Yo ayudé a poner esas series en marcha, pero luego no hice falta que estuviese allí en el día a día porque son dirigidos por gente muy profesiona­l, talentosa y apasionada. Bad Robot, mi empresa, tiene muchos proyectos en cine y televisión, y yo sólo me involucro cuando me necesitan. Lo mismo vale para las películas.

¿En el caso de Roadies, de qué manera se involucró?

Conozco a Cameron desde que él estaba preparando Solteros. Siempre le dije que sería excelente que él probara con la televisión, pero una vez que acordamos hacer algo le llevó entre 7 y 8 años encontrar la inspiració­n para escribir un piloto. Lo cierto es que el de la música es un mundo que él conoce muy bien. Como fue periodista, guardó muchísima informació­n sobre todas las entrevista­s que hizo desde que era adolescent­e. Es un mundo que nunca abandonó, y además le encanta la música, probableme­nte más que a cualquier músico que haya conocido. Yo quería que llevara esa pasión a la televisión.

Y en el cine, ¿en qué está trabajando?

Acabo de empezar una película que se llama God particle que se está filmando en Los Ángeles, lo cual es una rareza. Ya nadie filma aquí. Y por supuesto, nos ha ido muy bien con Star Trek: más allá.

¿Cómo resultó ese rodaje?

Justin hizo un gran trabajo y logró crear una película muy divertida. Ese tipo de produccion­es suelen ser muy complicada­s porque cobran forma en las últimas tres semanas de montaje, cuando puedes agregar los efectos visuales, la música y todo lo demás. Cuando me tocó dirigir esas películas, en mi cabeza siempre sabía cómo iban a quedar. Pero como productor no es así, y Justin se la pasaba pidiéndome que creyera en él. Si había algo que yo no en- tendía, él me lo explicaba y me insistía en que le tenía que dar tiempo. De pronto le escuché diciéndome lo mismo que yo les decía a mis productore­s cuando yo era el director, que confiara en él. Una vez que vi la película terminada me di cuenta de que él tenía razón, y que había hecho un gran trabajo. Lo más doloroso de ese proyecto fue lo que le ocurrió a Anton Yelchin –el actor que interpreta a Chekov, que murió en junio atropellad­o por su coche–. No me alcanzan las palabras para describir cuán grandioso era. Era el chico que en su tiempo libre se dedicaba a traducir novelas rusas al inglés. Anton fue una persona extraordin­aria. Me cuesta mucho aceptar lo que ocurrió.

¿Qué es lo que sigue para usted como director?

No lo sé. Es la primera vez desde que terminé Alias que no sé cuál va a ser mi próximo proyecto como director. Me he pasado mucho tiempo eligiendo actores, re-

“Me habría pesado tener que superarme si hubiera dirigido ‘Episodio VIII’”

“Trato de estar presente en cada uno de ellos tanto como puedo”

“Es la primera vez desde que terminé ‘Alias’ que no sé mi próximo proyecto”

escribiend­o guiones y coordinand­o montajes y está bien poder descansar un poco.

¿Cómo lidia con lo de dejar que las franquicia­s que ha puesto en marcha sigan creciendo aunque usted ya no esté a su cargo, como Star wars y Star trek?

La verdad es que yo me involucré con franquicia­s que ya existían antes de que yo me sumara a ellas, como Star trek, Star wars y Misión imposible. Cuando me involucré con cada una me sentí como una especie de capitán temporario de la nave. Hay una dulzura amarga en no ser el que dirija Episodio VIII, pero es más dulce que amarga. Si hubiese aceptado hacerla, mientras hacía el séptimo me habría pesado mucho tener que superarme a mí mismo en mi siguiente película. Tuve que lidiar con suficiente presión con las cosas como fueron. Habría sido demasiado para mí, sobre todo sabiendo que el precio de fracasar con Episodio VIII sería que nadie más querría trabajar conmigo. En cambio, ahora puedo ir a visitar el plató, ver qué es lo que está haciendo Ryan Johnson, saludar al elenco y al equipo técnico y luego marcharme a mi casa. Es mucho mejor así. En televisión es más o menos igual. Trabajas muy duro en el piloto de una serie, y luego, llegan otros directores y los personajes que creaste evoluciona­n por caminos que nunca hubieras podido imaginar...

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J.J. Abrams mantiene activos cinco proyectos en televisión
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AXELLE/BAUER-GRIFFIN / GETTY

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