La Vanguardia

El regalo de Craviotto

El palista catalán consigue un inesperado bronce en K-1 200 metros

- CARLOS MARTÍN Río. Servicio especial

“Esta medalla de bronce es un regalo. No contaba con ella”. Saúl Craviotto se convirtió en leyenda hace dos días en la laguna Rodrigo de Freitas de Río al colgarse su segunda medalla de oro olímpica en su carrera deportiva. No necesitaba más para ser incorporad­o al directorio de grandes atletas españoles de todos los tiempos. Pero ayer se encontró con un nuevo éxito que le ha llenado de felicidad. Fue en la prueba individual, la de K-1 200 metros. Llegó tercero con el mismo tiempo que el alemán Ronald Rauhe (35s662). Ni el cronometra­je milesimal pudo deshacer la igualada.

No fue su mejor carrera, especialme­nte en la salida, en la que cometió un error y quedó visiblemen­te descolgado. Iba por una calle lateral, la 7, y apenas pudo ver lo que sucedía en el centro de la parrilla, donde se iban a disputar las medallas. Su poder de reacción le hizo acercarse a Rauhe en los segundos 100 metros, pero no pasó del tercer lugar.

“He tenido un desequilib­rio en la salida y luego he competido mal. No sé si habrá sido por los nervios o la tensión del momento, pero ahí he perdido cualquier opción. En la parte final no sé ni cómo, pero he sacado fuerzas de algún lugar y me he dicho que era en ese momento o nunca. Me he visto tan atrás que he atacado con todo lo que tenía”, analizó Craviotto, quien no quiso darle más vueltas a su posible resultado sin la salida tan defectuosa: “No sé si hubiera conseguido algo mejor. Nunca se sabrá. Prefiero dejarlo así. Estoy súper feliz con esta medalla inesperada”.

Es fácil de entender la felicidad del palista de Lleida. Su objetivo era el K-2 200 metros, especialid­ad para la que ha tenido que trabajar mucho más durante todo este invierno, y “esto es un extra”, según sus palabras. “Al cruzar la línea de meta –añadió– no sabía el resultado. He mirado a la izquierda y he visto al menos cuatro o cinco rivales, así que me he puesto en lo peor. Yo para eso soy muy negativo. Pensaba que acabaría cuarto o quinto. Y luego, al verme tercero en la pantalla, he empezado a celebrarlo antes de que fuera oficial”.

No es la primera vez que Saúl Craviotto empata con el mismo tiempo con un rival. Le sucedió en Moscú, en el 2014, y compartió posición con el británico Ed McKeever, campeón olímpico de esta modalidad en Londres 2012. “Es un orgullo haber compartido aquí el podio con Ronald”, añadió. El campeón ayer fue otro británico, Liam Heath, que cubrió la distancia en 35s197.

“Cuando he bajado de la piragua me he quedado unos segundos en tierra porque no podía ni respirar –prosiguió–. Estaba reventado. Pensaba en mi familia, en mis padres, en ir a verlos cuanto antes. Pensaba en lo nerviosos que estarían. La verdad es que estoy muy orgulloso de hacer feliz a tanta gente con estas medallas y sobre todo de representa­r a un país como España”.

El discípulo de Miguel García, del que Craviotto dice que es “el mejor entrenador del mundo”, es el deportista español con más medallas en Río 2016, empatado con Mireia Belmonte. Era el candidato mejor posicionad­o para llevar la bandera en la ceremonia de clausura de hoy en el estadio Maracaná, aunque la trayectori­a de Chuso García Bragado, que ha disputado sus séptimos y, previsible­mente, últimos Juegos, ha pesado más. El policía nacional, que la semana próxima tiene turno para patrullar en Gijón, donde reside, reveló la apuesta que tendrá que cumplir por ganar estas medallas: “Si ya tenía problemas para pensar dónde hacerme un tatuaje, ahora este bronce me ha complicado más todo”.

Como confesó tras ese triunfo del jueves junto a Toro, Saúl no piensa en récords ni en estadístic­as cuando se le menciona que ya está con cuatro medallas a una de David Cal y al lado de nombres como Arantxa Sánchez Vicario o Joan Llaneras. “Yo pienso en lo mío. No se puede comparar. García Bragado, por ejemplo, no puede hacer dos pruebas. Cada deporte es diferente. Yo me comparo conmigo mismo”.

Del futuro sí habla, especialme­nte si se trata de sus próximas vacaciones en Lanzarote. No anticipa qué hará más adelante, pero no quita el ojo a Tokio 2020, donde la federación internacio­nal va a volver a modificar su programa de pruebas y cambiará la distancia de 200 metros por la de 500. “Eso me viene de maravilla a mí por la edad (tiene ahora 31 años). Parece que los directivos no quieren que me retire. No me dejan tranquilo. Estoy perdiendo velocidad, como les pasa a todos. Hoy se ha visto. En los metros finales era cuando yo empezaba a carburar y ahora no es lo mismo. Yo lo noto siempre. Con esa distancia podemos hacer algo grande”.

El piragüismo español (cuatro medallas) concluyó su participac­ión en Río con la carrera en 4-K 1.000 metros con Rodrigo Germade, Óscar Carrera, Íñigo Peña y Javier Hernanz, que es el novio de Mireia Belmonte. Fueron quintos a poco más de cuatro segundos de los campeones, los alemanes.

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DAMIEN MEYER / AFP Saúl Craviotto celebra una medalla que tardó en confirmars­e, ya que los jueces tuvieron que revisar los tiempos
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