La Vanguardia

La saltadora de oro

Ruth Beitia completa su gran año con la victoria en la Diamond League

- ALFRED BELLOSTAS

Ruth Beitia suma al reciente oro olímpico en salto de altura conseguido en Río de Janeiro el primer puesto en la Liga de Diamante, un escenario que nunca hubiera imaginado cuando estuvo a punto de tirar la toalla tras el cuarto puesto de Londres 2012.

El cuarto puesto en Londres 2012 le hizo mucho daño a Ruth Beitia. La atleta cántabra pensó en dejarlo todo, en abandonar el atletismo, el deporte que lleva en el corazón. Afortunada­mente no lo hizo. Se fue pero volvió muy pronto, un par de meses más tarde. Casi no se notó. Cuatro años después la recompensa ha sido descomunal: el oro olímpico en Río de Janeiro y el primer puesto en la Diamond League, un escenario que ella nunca hubiera imaginado.

Ya lo tenía decidido. Lo dejaba. Pero el invierno cántabro es caprichoso. Y Beitia pronto se arrepintió de su decisión. Nada nuevo. Les pasa a muchos. Incluido Messi, que dejó a su selección tras la segunda decepción en la Copa América ante Chile y dos meses después ha regresado porque “no quiere estar alejado de este gran grupo humano”.

A Ruth le pasó algo semejante. Un pronto, un adiós, una despedida sin sentido para la que la atleta no estaba preparada. Ella deseaba algo más. Y el premio que ha obtenido ha sido fabuloso. Nunca una española había ido tan lejos en unos Juegos Olímpicos y nunca nadie en España había logrado dos victorias en una competició­n del prestigio de la Diamond League. Todo gracias a su esfuerzo y al de su entrenador, Ramón Torralbo.

A los 37 años le ha llegado el momento de la recompensa a muchos años de esfuerzo, de trabajo callado y sacrificad­o. El 2016 comenzó con una medalla de plata en los Mundiales de pista cubierta, un éxito al que siguió el tercer título europeo consecutiv­o. Tres saltos de 1,96, 1,98 y 1,97 la han llevado a la gloria, tres acciones inspiradas en el momento preciso. Impecable.

“Todo esto ha sucedido porque Ruth es una persona muy firme en sus decisiones, que son meditadas sin presiones”, ha reconocido Torralba, que ha dirigido los pasos de la atleta cántabra. El sueño se ha cumplido. La clave de todo, según cuenta Torralba, es que Beitia dejó de sufrir, se concentró en disfrutar, en aprovechar su momento. Eso le ha permitido competir sin presión, sin la responsabi­lidad de hacerlo bien. El chocolate ya es historia. Ahora sólo cuenta el oro.

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FABRICE COFFRINI / AFP La atleta cántabra redondea el mejor año de su exitosa trayectori­a

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