El Rey vuelve al terreno de juego
Desde las 9 de la noche de ayer, la pelota constitucional vuelve a estar en el palacio de la Zarzuela. El candidato propuesto por el Rey el pasado 28 de julio no logró los votos suficientes para ser nombrado presidente del Gobierno, de modo que el proceso vuelve a la casilla de salida, aunque no exactamente. Tras el primer intento fallido, el calendario marca el próximo 31 de octubre como fecha tope para elegir presidente o disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. El encargo a Mariano Rajoy ha caducado; al Rey le toca ahora convocar una segunda ronda de consultas; proponer nuevo candidato (que puede ser el mismo) y, de nuevo, pasar la pelota al Parlamento para que convoque un nuevo pleno de investidura. Y, todo antes de dos meses.
El Rey calificó de “atípico” un verano en el que se ha impuesto permanecer en alerta ante posibles cambios que requirieran su intervención, tanto por una investidura fallida, como ha sido el caso, o por la formación de Gobierno que requiere la jura o promesa en la Zarzuela. Mudo, pero ni sordo, ni ciego, don Felipe se ha mantenido oficialmente al margen durante todo el mes de agosto. Una vez hecho el encargo de formar gobierno, el Rey traspasó la responsabilidad constitucional a la presidenta del Congreso quien, ayer, le devolvió el protagonismo tras comunicarle que el candidato Mariano Rajoy había fracasado.
Es turno ahora de una segunda ronda de consultas, pero no parece que el Rey vaya a convocarla en los próximos días. Qué sentido tendría preguntar a los representantes de los diferentes grupos políticos parlamentarios inmediatamente después de la votación de ayer. Si, como parece, la estrategia de los partidos para establecer nuevos pactos, pasa por esperar a la celebración de las elecciones autonómicas vascas y gallegas que se celebran en tres semanas, parece lógico que el Rey espere también a los resultados para convocar la segunda ronda de consultas y no lo haga en plena campaña electoral. Septiembre será a esos efectos un mes perdido, pero el propósito del Rey es llegar al 12 de octubre, fecha en la que todos los actores políticos están convocados a la tradicional recepción oficial en el Palacio Real, con la designación de un nuevo candidato, que puede ser Mariano Rajoy u otro. No quedaría ya mucho tiempo, a penas 15 días, para la celebración de un nuevo pleno de investidura y tanto el Rey como Rajoy han comprometido su en la cumbre iberoamericana que se celebra en Cartagena (Colombia) entre el 26 y el 29 de octubre.
El papel del Rey es ahora, de nuevo, básico para cumplir los requisitos constitucionales pero nada garantiza el éxito tras una segunda ronda. A diferencia de la primera, el Jefe del Estado, tras constatar la evidencia de que ningún candidato tiene posibilidades de ser elegido y, peor aún, que ninguno de los líderes políticos convocados acepta el encargo, puede declarar desierta la convocatoria. En ese caso, se dejarían pasar los días hasta agotar el plazo y disolver las Cortes. Don Felipe no puede ni intervenir, ni presionar, ni tan siquiera mantener contactos para convencer a los partidos en uno u otro sentido. El Rey no es ni juez, ni abogado, ni fiscal, su papel es de mero notario que debe levantar acta, le guste o no.