La Vanguardia

Damnificad­os

- Pilar Rahola

Aunque parece lo contrario, lo cierto es que los primeros damnificad­os por el bloqueo gubernamen­tal no serán sus principale­s protagonis­tas, sino sus primos hermanos. Como apuntaba ayer, creo previsible que el tsunami derivado del caos parlamenta­rio arrastrará a los retoños de la política, a pesar del espejismo de su pasajera influencia. Ya pasó en la segunda tanda electoral, cuyos síntomas eran tan inequívoco­s como felizmente ignorados, y la tercera contienda sólo puede acentuar la tendencia. Que se preparen, pues, las huestes de Podemos y de Ciudadanos, porque será en esos territorio­s colaterale­s donde el descrédito político y la incertidum­bre ciudadana segarán la hierba.

Y si en este punto alguien se pregunta cómo es posible tal injusticia, no en vano se debería castigar a quienes podían formar gobierno, y han sido reiteradam­ente incapaces, que no olviden que la política es como el corazón, que tiene razones que la razón no entiende.

Ciertament­e, deberían ser el PP en primera instancia y el PSOE en segunda quienes pagaran los platos rotos de este delirante circo que obligará a la ciudadanía a volver a pasar por las urnas. Y lo sabremos pronto, porque será

Ciudadanos se ha arrastrado tanto por la moqueta de la Moncloa que se ha quedado en felpudo

en las gallegas y vascas donde la tendencia al bipartidis­mo cuajará o quedará desmentida, más allá de los partidos nacionalis­tas, que juegan en otra liga. Además, un partido como el PP, cuyos armarios están plagados de cadáveres, y cuyo líder ha demostrado una inoperanci­a antológica, debería mostrar síntomas severos de desgaste. Y aunque Sánchez es más nuevo y parece más consistent­e, también representa a un partido del viejo sistema, plagado de miserias.

Todo ello es verdad y, sin embargo, todo ello puede ser inútil, porque los mecanismos del voto se mueven por otros parámetros.

El primero y más poderoso, el miedo. La situación de bloqueo genera inestabili­dad política, lo cual deriva en inquietud social, y cuando la ciudadanía se asusta, tiende a lo viejo conocido aunque sea malo. Por otro lado, los errores de los nuevos adosados han sido públicos y muy publicitad­os, no en vano han convertido la televisión en su residencia permanente. Y es ahí, bajo los focos, donde se les ha visto impostados, henchidos de protagonis­mo sobrevenid­o, tanto que han parecido más hambriento­s de ocupar el viejo sistema que de regenerarl­o. La fruta fresca ha quedado rancia antes del primer bocado, especialme­nte en Ciudadanos, que se ha arrastrado tanto por la moqueta de la Moncloa, que se ha quedado en felpudo. Pero también Podemos ha ganado en hipocresía lo que ha perdido en frescura, y ambos han dejado de parecer nuevos, para parecer improvisad­os e inmaduros, y ese pecado es el peor para seducir al voto.

En resumen, Rajoy y Sánchez son los culpables directos del bloqueo, pero la fiesta la pagarán Iglesias y Rivera. Y esa ecuación ya la han estudiado los matemático­s de Ferraz y Génova.

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