Árboles y tortugas
Aumenta el interés por participar en proyectos medioambientales
Se percibe un aumento del interés de los jóvenes en labores medioambientales en asociaciones del voluntariado. La situación que afronta el planeta; el agotamiento de los recursos debido al consumo desmesurado y a la explotación de la tierra, y los efectos, cada vez más visibles, del cambio climático, hacen que la información ambiental cobre cada vez más presencia en los medios de comunicación y que en las escuelas exista una mayor sensibilización. Todo ello desemboca en el aumento del activismo enfocado a preservar la naturaleza.
El perfil de los voluntarios en el medioambiente es muy variado, desde estudiantes de 16 años, aún en el instituto, y universitarios que reciben créditos por las actividades desempeñadas a personal cualificado en materias de biología, ciencias ambientales, y otras especialidades que son de utilidad en el desarrollo y coordinación de los proyectos. “Los jóvenes cada vez se interesan más por el medio ambiente. Actualmente se da mucha importancia a la educación ambiental, y existen diversos programas de sostenibilidad en las instituciones, como las ecoescuelas”, aduce Anna Parisi, portavoz de la Xarxa de Voluntariat Ambiental, que acoge a 30 de las 200 asociaciones que componen el mapa de oenegés medioambientales en el país.
Los voluntarios trabajan con las entidades en diferentes áreas: desde la conservación de espacios naturales y reforestación, a la asistencia y cuidado de especies en peligro. Por algún motivo curioso, parece que hay cierta preferencia por parte de los voluntarios de plantar árboles. Esa es una idea que no siempre encaja con la labor que se les termina encomendando. “En Catalunya, repoblar no es lo más urgente, porque tenemos suficientes zonas de bosque”, explica la portavoz de la Xarxa. Sin embargo, sí se hace reforestación para espacios como los bosques de rivera, que necesitan ser repoblados.
También existen programas de custodia del territorio, en el que se preservan los hábitats como ríos, playas, o espacios protegidos. Cualquier tipo de voluntariado hace que la gente se sienta útil y pueda colaborar con la sociedad, pero el medioambiental tiene un atractivo añadido: estar en el entorno natural. “No sólo es gratificante disfrutar de la naturaleza, sino también tener la oportunidad de darle un retorno, de poder devolverle el favor que nos hace”, afirma Parisi.
Así lo hizo esta semana la Associació Mediambiental La Sínia, que ha liberado tres tortugas bobas y las ha devuelto al mar en la Platja Llarga de Tarragona. Los voluntarios tenían asignadas determinadas playas que exploraban por la noche en busca de rastros de tortuga. Si encontraban huevos, llamaban al teléfono de emergencia, el 112, que se encargaba de localizar al personal especializado para que pudiera atender al animal. Un día, a las diez de la noche, momento idóneo para la puesta de las tortugas, Joan Alberca y su familia
En Tarragona se está propiciando un tipo de voluntariado en el que participa toda la familia
visitaban su playa asignada. Y tuvieron suerte. Con sólo once años, el pequeño voluntario Joan ha sido partícipe de este bonito proyecto. De mayor quiere ser biólogo marino, y cuenta que lo que más le gustó de la experiencia fue devolver las tortugas al mar. “De los doce huevos de tortuga, sobreviven uno o dos, y nosotros salvamos a tres”, añade Joan, orgulloso.
La asociación, que se debe al Ayuntamiento de Tarragona, realiza todo tipo de actividades. “El rescate de tortugas tiene mucha repercusión mediática, y tiene cierto efecto llamada para que vengan muchos voluntarios que se interesan por este tema, pero en la mayoría de los casos acaban participando en muchos otros proyectos que, de entrada, no llaman tanto la atención, pero son igual de gratificantes”, explica Anna Arall, coordinadora de voluntarios de la organización. “También participan muchas familias de la zona, y se está fomentando un voluntariado de grupo”, concluye Arall.