Liga a todas horas
Los sábados a la una (las siete en Pekín), última concesión a la audiencia asiática
La parrilla horaria del fútbol español se despliega como un acordeón y abarca ya prácticamente todas las franjas. Descontando los partidos de Champions y de selección, esta temporada la Liga celebrará partidos los viernes, los sábados, los domingos y los lunes y, cuando coincida con jornadas intersemanales (hay cuatro programadas esta temporada) no habrá día de la semana sin partido de Liga. El objetivo es intentar que ningún encuentro coincida con otro para diversificar la oferta pero, por encima de todo, está la captación de nuevos y exóticos espectadores que, a largo plazo, deberán incrementar la audiencia televisiva, garantizar nuevos contratos publicitarios con marcas hoy inabordables y (el gran premio final) disparar los ingresos por la venta de derechos de televisión. La meta buscada es penetrar en un mercado, el asiático, dominado por la Premier League, la gran enemiga de los rectores de la Liga española, y gran referencia al mismo tiempo. 2.300 millones de euros por temporada ingresará el campeonato inglés hasta el año 2019 al vender en un solo paquete sus derechos televisivos a Sky Sports y BT. España está lejos de esas cantidades: 1.500 millones habrá cobrado este verano por el mismo concepto, emolumentos después repartidos a los clubs casi en su totalidad. La inversión en fichajes de unos y otros durante el mercado estival confirma la existencia de dos velocidades económicas.
El estreno del partido del sábado a la una como nuevo horario obedece a esa batalla contra los ingleses. La una en Leganés equivale a las siete en Pekín y son esos millones de espectadores potenciales por quienes se hace esta nueva concesión, que hay que agregar a la que ya sea hace desde la temporada pasada los domingos a las doce.
Obviamente este tipo de horarios provoca daños colaterales. El aficionado local se lleva la palma, no sólo el que sigue a su equipo a través de la televisión, obligado a modificar sus hábitos, sino especialmente el que acude al estadio. En el caso del seguidor del FC Barcelona, por ejemplo, un partido a las doce o a la una (es probable que esta temporada caiga alguno) supone un contratiempo.
La Penya Barcelonista Plana de Vic, por poner un ejemplo, organiza desplazamientos en autocar que utilizan no sólo los aficionados de la ciudad sino los de los pueblos colindantes. Para un partido a la una la convocatoria en la estación de Vic se realizaría tres horas antes del inicio del partido y el regreso aproximadamente a las tres y cuarto. Eso, en un día de comercios abiertos, implica además que los socios con negocios no puedan acudir, sin contar con el añadido de que la hora de comer salta por los aires.
Por encima de estas problemáticas domésticas está, desde hace tiempo, el interés global del club. Sin ir más lejos, el verano que viene el primer equipo volverá a irse de gira y la previsión es pasar por Australia, Japón y por supuesto China. Abrir nuevos mercados está subrayado en la lista de objetivos de las áreas de marketing y media. El fútbol ha cambiado mucho en ese sentido. Si la antigua Liga de Fútbol Profesional se llama ahora LaLiga es precisamente porque el nombre, en realidad una marca, suena así más comercial en el extranjero.
Paralelamente al sacrificio que se le demanda al aficionado autóctono se toman medidas, como mínimo contradictorias, destinadas a sancionar económicamente a los clubs que no llenen sus gradas. LaLiga, volvemos a los mismo, quiere proyectar a sus audiencia internacional una competición de éxito y no cabe el cemento en esa idílica fantasía. Como los horarios no siempre son atractivos, la solución pasa por abaratar las entradas, tendencia que no se acaba de advertir en los clubs españoles.
A esta revolución horaria sin marcha atrás le seguirá otra a partir del 2018: la Asociación Europea de Clubs y la UEFA proyectan una Champions a partir del 2018 con partidos a las siete de la tarde y a las nueve de la noche. Pero esa será otra historia.
GLOBALIZACIÓN Y NEGOCIO El espectador local pierde peso porque el objetivo de LaLiga es generar ingresos a través de nuevas audiencias DAMNIFICADOS Acudir a un partido a la una o a las doce en el Camp Nou será una faena, sobre todo para el socio de comarcas