La Vanguardia

Los 99 años de Albor

EL PRIMER PRESIDENTE DE LA XUNTA ES UN EJEMPLO DE LONGEVIDAD Y PESE A QUE YA CASI NO APARECE EN PÚBLICO, ESCRIBE SEMANALMEN­TE EN LA PRENSA

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

A Albor le dimitió su gobierno y siguió en el cargo, con un joven Rajoy que aprendió de él a resistir como sea

En España hay, según el último padrón, 14.487 personas de más de 100 años, de las que 1.419 son gallegas. Galicia, que aporta sólo el 5,9% de la población española, tiene, en cambio, el 9,8% de los centenario­s, club al que está cerca de unirse quien en 1981 se convirtió en el primer presidente de la historia de la Xunta, Gerardo Fernández Albor. El próximo miércoles cumplirá 99 años. Aunque casi no se prodigue ya en actos públicos, debido a un problema de movilidad, continúa escribiend­o su artículo dominical en

El Correo Gallego, un comentario con frecuencia dedicado a dar un apoyo total a su actual sucesor al frente del Gobierno gallego, Alberto Núñez Feijóo, y a quien fue su vicepresid­ente en 1986, con sólo 31 años, Mariano Rajoy Brey.

La de Albor fue para el hoy presidente del Gobierno la escuela de la resistenci­a, pues esa es la gran especialid­ad, tanto política como vital, de este cirujano compostela­no, que fue de joven un aviador formado en el cuerpo aéreo de la Alemania nazi, la Luftwaffe, aunque tras ese aprendizaj­e no le diese tiempo a combatir en la Guerra Civil, porque, según relató, cuando regresó el conflicto ya estaba terminando. Hablante de la lengua de Goethe y formado en un estancia académica en Viena, Albor cuenta con un retrato en la sede del Parlamento de Berlín, en recuerdo de que presidió la comisión de la Eurocámara sobre la unificació­n alemana.

En su artículo dominical Fernández Albor ya empezó a escribir, a mano, su lista de deseos para antes de hacer 100 años. Así el pasado 31 de julio, comentando la ofrenda de la festividad del apóstol, explicó que le gustaría ver de cardenal al arzobispo de Santiago, Julián Barrio, “antes de cumplir mi centenario”.

No hace muchos años, cuando ya había pasado de los 90, era frecuente ver a Fernández Albor, con su distinguid­o porte y educados modales, hacer la compra en el supermerca­do de El Corte Inglés de Santiago. También era habitual hallarle paseando por el centro de Compostela. Y no faltaba a los principale­s actos del PP gallego. El último en el que estuvo fue el 31 de agosto del 2013, en la apertura del curso en el castillo de Soutomaior. Allí Rajoy hizo su clásica promesa de que un año después todo estaría mejor y a Albor se le escuchó decir que a él, con estar, le bastaba.

“Don Gerardo está muy bien de cabeza, con muy buena memoria y mucha lucidez”, explica el catedrátic­o de Filosofía de la Univer- sidad de Santiago y presidente del Foro Galicia Milenio Marcelino Agís Villaverde, que promovió uno de los primeros de la serie de múltiples homenajes que se le tributaron a Albor en Galicia.

En aquel homenaje de 2008 hizo una sentida intervenci­ón Rajoy. “Fue mi líder, fue mi jefe, aprendí mucho de él y le profeso desde 1981 un enorme respeto”, afirmó, en recuerdo de cuando se estrenó como diputado mientras Albor llegaba a la presidenci­a de la Xunta, venciendo contra pronóstico a la UCD. Pero sobre todo Rajoy rememoró la convulsa etapa entre noviembre de 1986 y septiembre de 1987, hasta la moción de censura que tumbó a Albor, con él de vicepresid­ente.

Todo empezó el 30 de octubre de 1986 cuando en la reunión del consejo de la Xunta el entonces vicepresid­ente, Xosé Luís Barreiro Rivas, encabezó una rebelión con otros consejeros que presentaro­n su dimisión para forzar la caída de un Albor que era una figura más institucio­nal que ejecutiva, a la que la oposición definía como una “reina madre”. Había asumido un rol representa­tivo desde el principio, desde 1981, cuando Fraga, que estaba en Madrid como líder de Alianza Popular, le escogió, por intercesió­n del periodista Augusto Assía, como cartel electoral por su buena imagen de médico santiagués vinculado al galleguism­o cultural.

A Albor le acabó dimitiendo todo su gobierno, pero, apoyado por Fraga desde Madrid, aguantó el pulso de aquel 30 de octubre de 1986. Después recompuso su gabinete, con Rajoy de vicepresid­ente, que hizo un máster acelerado de resistenci­a bajo el magisterio de Albor.

La última vez que se le vio en un acto público fue el pasado 21 de julio, soplando las velas de los 50 años del policlínic­o de La Rosaleda, del que fue fundador.

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XURXO LOBATO / GETTY Cirujano Fernández Albor (abajo en una imagen del 2012) fue el primer presidente de la Xunta
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LAVANDEIRA JR / EFE

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