La Vanguardia

Un tango entre la Pulga y el Pelusa

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Messi ha regresado esta semana a la selección argentina de la que, en realidad, nunca se marchó. Más que la vuelta a los entrenamie­ntos de la albicelest­e, la noticia de esta semana es que aún nadie ha criticado a Leo. ¿Nadie? (véase la última parte de esta trilogía). Que casi nadie critique a la Pulga en su país de nacimiento es todo un notición. Los periodista­s deportivos están irreconoci­bles y las redes sociales, extrañamen­te contenidas. La llegada del crack a Buenos Aires, el lunes, fue parecida a su última salida: enfocado por miles de cámaras pero sin decir ni pío. Pibe de pocas palabras, el rosarino lo había dicho todo en el comunicado donde a mediados de agosto anunció su marcha atrás. “Amo demasiado a mi país”, escribió el blaugrana, poco después de recibir la visita en Barcelona del nuevo selecciona­dor, Edgardo Bauza. La segunda derrota consecutiv­a contra Chile en una final de la Copa América había precipitad­o la dimisión del delantero, pero entonces el esquizofré­nico clamor popular lloró por Messi. Desde el presidente Macri hasta los paneles de informació­n del tráfico de Buenos Aires, donde se pudo leer: “No te vayas Lio”. Y Lio no se fue. Pero en Argentina, país amnésico en lo político y en lo deportivo, las crisis se repiten cíclicamen­te. Si los resultados no acompañan, el mejor futbolista del mundo volverá a ser el culpable. Como siempre, los culés pagamos el pato: por posibles lesiones con la selección –Messi viajó tocado a Buenos Aires– y porque el psicólogo lo tendrá que pagar el Barça.

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