EL MUNDIAL (DE TANGO)
Sin un Mundial no sos nada. A pesar de haber ganado cuatro Champions, tres mundiales de clubs u ocho ligas españolas; pese a tener en su casa cinco Balones de Oro –cuatro logrados de manera consecutiva–, más que ningún otro jugador, y aunque sea el máximo goleador de la historia del Barça y de la albiceleste, sin un Mundial de selecciones Messi no es nada, según opinan muchos aficionados argentinos. Casi al mismo tiempo que Leo anunciaba que volvía al combinado nacional sin haberse ido, comenzaba en Buenos Aires otro Mundial, el de tango. La decimocuarta edición, que coincide con la celebración del Festival de Tango. La inteligente decisión del Ayuntamiento porteño, tomada en el 2008, de concentrar en agosto el Festival y el Mundial de la especialidad –que antes se organizaban por separado– ha supuesto para la ciudad aprovechar el tirón turístico veraniego europeo. Cada mes de agosto, en pleno invierno austral, Buenos Aires se transforma en una gran milonga, con decenas de conciertos, exhibiciones, clases de baile y fiestas tangueras. Todo gratuito, incluida una función única en el teatro Colón de la óperatango María de Buenos Aires, compuesta por Ástor Piazzolla con libreto de Horacio Ferrer. Este año se instaló la palabra tango en letras gigantes frente al Obelisco y ni turistas, ni porteños, ni piqueteros se resistieron a sacarse una foto.