Princesa del pop europeo
La exitosa carrera de Françoise Hardy la aupó a la categoría de icono, ídolo, musa… Fue la princesa del pop europeo de los años yeyé, los sesenta. Una musa triste porque todo en ella es triste, sus canciones, su infancia, los serios atropellos de salud a sus 72 años y también su belleza, la belleza serena de su carita adolescente y la belleza madura de su rostro en la actualidad. La belleza siempre es una circunstancia triste.
Hardy nació en 1944 en un París que aún ocupaban los nazis, hija de una madre posesiva y de un padre ausente de quien tiempo después reconoció su homosexualidad: una postal digna de Dickens y Freud.
En febrero pasado, la cantante reaparecía en un programa de televisión francés donde narró con pelos y señales aspectos de su vida privada como la muerte de su padre por las heridas de un joven a quien pagaba los favores sexuales. Hardy lucha desde el 2004 contra un cáncer de linfoma del que también habló. El año pasado estuvo internada y sometida a un coma artificial. Llegó a pesar 35 kilos. Felizmente restablecida, el tratamiento ha supuesto una remisión de la enfermedad. E pasado mes de junio salió a la venta un álbum de homenaje al rockero Buddy Holly en el que Hardy interpreta el tema True love ways.
Fue una niña introvertida y solitaria. Estuvo internada en la escuela religiosa La Bruyère. Encontró en la radio una ventana al exterior. Fue así como la música y la canción francesa la acercaron a las melodías populares, el rock and roll, el jazz y el folk. A los 17 años obtuvo su primera guitarra y empezó los cursos de canto en el Petit Conservatoire de Mireille Hartuch. Estudió un año en la Sorbona. El salto a la fama se lo proporcionó la canción Tous les garçons et les filles en 1962, un himno adolescente del que vendió millones de copias. En 1963 representó a Mónaco en el Festival de Eurovisión con L’amour s’en va. Las actuaciones en directo se dispararon desde entonces por toda Europa, Canadá y África, pero ella siempre prefirió la edición de álbumes musicales. Los últimos son del 2010, La pluis sans parapluie ,y L’amour fou, de 2012.
Ha colaborado con el compositor libanés Gabriel Yared y ha interpretado temas de Django Reinhardt, Eric Clapton, Serge Gainsbourg, Patrick Modiano y Leonard Cohen. Ha cantado, entre otros, junto a Iggy Pop y Julio Igle- sias, de quien siempre adoró su voz. Despertó la admiración de The Beatles y Mick Jagger y fue especial el interés que suscitó en Bob Dylan que insistió en saludarla cuando actuó en la sala Olympia de París en 1966, un día que entre los espectadores estaba el cantante Raimon, que poco después debutó en el mismo recinto.
Françoise Hardy fue la modelo perfecta de diseñadores como Yves Saint Laurent y Paco Rabanne, que la vistieron con minifaldas metálicas y crearon el look de tonos oscuros que ha definido la estética de la artista, entre la elegancia y la sofisticación. El fotógrafo Jean-Marie Périer, que fue su novio, la convirtió en portada de revistas. Conoció después al cantante Jacques Dutronc con quien se casó y tuvo a su hijo, Thomas, hoy guitarrista. Ahora está separada de Dutronc, aunque en los peores momentos de la enfermedad lo consideraba su viudo inminente. Hardy también ha sido actriz de cine, a las órdenes de Roger Vadim y también de John Frankenheimer en un filme de carreras de fórmula 1.
Los años han madurado los rasgos andróginos de su fisonomía. Donde antes estaba la mirada fotogénica de una joven ingenua, ahora hay unos ojos profundos que iluminan el rostro y la personalidad de su pelo corto y blanco. A pesar de que considera la vejez como un naufragio sostiene el palo de su vela con dignidad, Aficionada a la astrología, Hardy despide el día con una copa de burdeos en la mano para descifrar mejor los enigmas del firmamento.