Sin trenes puntuales
Joaquín Luna quita peso a las quejas por los retrasos en la red de Rodalies catalana, recordando que los problemas en las líneas de cercanías son habituales en toda Europa: “Mantener en el siglo XXI unas infraestructuras del XIX cuesta un ojo de la cara y tampoco nos veo a los usuarios pagando lo que en términos de mercado deberíamos satisfacer por un servicio helvético”.
Ni modo: llego el viernes pasado a la estación de Passeig de Gràcia sin mirar horarios, subo a un tren con aire acondicionado que circula cada media hora y por cuatro euros y en 60 minutos me apeo en Calafell, lo cual –una vez más– me descalifica para salir indignado en la tele o para publicar una columna reclamando la independencia por motivos ferroviarios.
Cada cierto tiempo, el soberanismo amplía la lista de agravios y se concentra en alguna deficiencia del país. Estos meses se lleva lo ferroviario y no hay avería que no salga en TV3.
Antes de que los lectores que sufren malos servicios se me echen a la yugular, sólo una observación: los trenes regionales de las grandes ciudades de media Europa están en una situación similar o aún peor. Los retrasos en los cercanías de París o Londres son habituales y hay líneas legendarias por su falta de puntualidad. Naturalmente, eso no es consuelo ni es aceptable, pero de ahí a transmitir que la solución es la independencia...
En una declaración arrebatada –por pasión, convicción y empuje– el conseller Rull pedía el 13 de agosto que “nos lo traspasen todo”. Y cuando dijo todo quería decir todo: estaciones, trenes, catenarias... La única solución es “tenir el poder polític nosaltres!”. Que el asunto le ha dado el agosto al conseller lo demuestra que días más tarde renunció al coche oficial y se atrevió a acudir a Tortosa en un tren... ¡de la línea R16! Su convoy llegó con un minuto de retraso y deduzco que, a diferencia del resto del pasaje, el conseller y su acompañante, el secretario de Mobilitat, debieron de llevarse un berrinche. –I ara què direm a les dones? Por suerte para el conseller Rull y su subordinado, padecieron un retraso de media hora en la vuelta, tiempo suficiente
Los trenes regionales de media Europa –Londres o París– están igual o peor que los de Catalunya
para avivar esta tesonera vía ferroviaria a la independencia (y para confirmar que no siempre los intereses de los usuarios del tren y de los dirigentes coinciden).
A la vista de cómo se las gastan en Europa y a menos que uno crea que se puede picotear lo mejor de aquí y de allá (¿en esto Suiza, no?), servidor sería más modesto y se guardaría mucho de prometer puntualidad en los trenes del nuevo Estado, aunque bien mirado tampoco habría un libro de reclamaciones en la estación de destino.
El ferrocarril tiene mucho de decimonónico y subsiste en su configuración actual porque hay muchas vías, catenarias, pasos a nivel y guardabarreras que no se pueden borrar del mapa. Mantener en el siglo XXI unas infraestructuras del XIX cuesta un ojo de la cara y tampoco nos veo a los usuarios pagando lo que en términos de mercado deberíamos satisfacer por un servicio helvético.
Lo admirable del pensamiento soberanista es que susurra al oído:
–Pide independencia y todos los trenes llegarán puntuales.
Yo no digo que no. Sólo digo que no me lo creo ni harto de vino.