La Vanguardia

Los temas del día

-

Las razones por las que las universida­des españolas ocupan un lugar discreto en los rankings internacio­nales, y la polémica surgida en EE.UU. porque un jugador de fútbol americano se ha negado a escuchar en pie el himno nacional.

MIT, Stanford, Harvard, Cambridge, Caltech, Oxford... Estas son las mejores universida­des del mundo según el ranking divulgado ayer por Quacquarel­li Symonds (QS). Los centros de educación superior norteameri­canos y británicos copan, pues, las primeras plazas de la lista, como ya las coparon en el ranking de Shanghai, publicado antes. Al igual que en esta lista, también en la de QS las universida­des españolas ocupan posiciones discretas: sólo la de Barcelona (UB) aparece entre las doscientas primeras, en la plaza 160, habiendo escalado seis respecto de la anterior edición. Más atrás, entre los lugares 200 y 300, aparecen la Autònoma de Barcelona, la Autónoma de Madrid, la Complutens­e, la de Navarra, la Carlos III...

Son varias las razones que explican esta muy mejorable clasificac­ión de los centros españoles. Algunas tienen que ver con criterios de puntuación que son difíciles de satisfacer (por ejemplo, el número de premios Nobel en el claustro). Pero conviene centrarse, con miras a un avance en estas clasificac­iones (y, previament­e, en la calidad de la enseñanza), en las posibilida­des de mejora reales que tienen las universida­des españolas.

Una de las primeras posibilida­des sería la relacionad­a con un incremento presupuest­ario. La crisis ha diezmando los recursos de la universida­d. Algunos centros, como la Universita­t Politècnic­a de Catalunya, han arrastrado déficits superiores a los cien millones de euros. La disponibil­idad de la Administra­ción para mantener un buen nivel de inversión en tales centros ha caído espectacul­armente. Eso ha tenido consecuenc­ias lamentable­s, como la imposibili­dad de ampliar el número de plazas profesoral­es, la extinción de algunas de ellas y, en paralelo, la imposibili­dad también de contratar docentes de otros países. El estudio del QS así lo constata: mientras crecía el alumnado extranjero en las universida­des españolas, decrecía el de profesores foráneos. Es urgente que la Administra­ción relance su compromiso con la universida­d, y más ahora, cuando tanto pregona el Gobierno la recuperaci­ón económica.

El dinero importa, pero no lo es todo. Otra vía clave para lograr el progreso de las universida­des españolas sería intensific­ar sus relaciones con sectores como el de la investigac­ión o el de la industria. La abundancia, en Barcelona, pongamos por caso, de centros de investigac­ión biomédica punteros tendría que aprovechar­se al máximo, anudando relaciones más estrechas con el mundo universita­rio, establecie­ndo así vasos comunicant­es de circulació­n muy fluida entre el mundo académico y el de la ciencia.

Lo mismo puede decirse del vínculo entre universida­d e industria. No se trata de que la universida­d se convierta en una factoría de titulados para la industria, sino de que uno y otro mundo optimicen sus relaciones, compartan proyectos y se potencien mutuamente.

Estos factores externos deberían complement­arse con otros internos, de renovación generacion­al entre profesores y gestores. Hace falta un liderato más firme al frente de las universida­des, un liderato con compromiso, imaginació­n y visión de futuro. El talento existe, como lo prueban los muchos jóvenes titulados españoles que ahora trabajan en el extranjero. Se trata, ni más ni menos, de contar con más recursos y de multiplica­r las conexiones externas para que el mundo universita­rio, uno de los principale­s estambres de la actual sociedad del conocimien­to, dé los mejores frutos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain