La Vanguardia

Los secesionis­tas escoceses pierden fuerza a pesar del triunfo del ‘Brexit’

La caída del precio del crudo complica mucho la viabilidad económica del país

- RAFAEL RAMOS Edimburgo. Correspons­al

El Brexit ha puesto al gobierno nacionalis­ta escocés en un brete. Los independen­tistas de toda la vida lo son ahora más que nunca, dado que el Reino Unido ha decidido irse de la UE. Pero en cambio los soberanist­as coyuntural­es, sobre todo laboristas que votaron a favor de la separación en el referéndum de hace dos años como una forma de protesta, están dubitativo­s.

En un primer momento, el Brexit hizo subir el apoyo a la independen­cia hasta un 60%, el baremo que se había marcado la primera ministra Nicola Sturgeon para considerar casi segura una victoria, y tocar la trompeta llamando a las urnas. Pero a lo largo del verano ese fervor se ha ido enfriando, de la mano de la caída del precio del petróleo (el principal capital del país), el aumento del déficit, la poca solidarida­d con la causa escocesa en Bruselas, los interrogan­tes económicos y ese eterno axioma de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. El último sondeo, de hace tan sólo unos días, indica que un 50% de los ciudadanos están en contra de un segundo referéndum, por sólo un 37% a favor. Y que si aún así lo hubiera, el margen de victoria del unionismo sería mayor que el 52% a 48% registrado en el 2014.

En teoría no son cifras como para convocar una nueva consulta (el consenso es que un segundo no en tan escaso margen de tiempo acabaría con la aspiración independen­tista por varias generacion­es, como ha ocurrido en Quebec). Pero la razón de ser del SNP es la búsqueda de la soberanía, y sus militantes exigen plantear de nuevo la cuestión como respuesta al Brexit, y a la ironía de que Gran Bretaña quiere irse de Europa pero preservar el Reino Unido, mientras que Escocia quiere romper el Reino Unido pero quedarse en Europa. Sturgeon, que es la política británica más astuta y valorada, está trabajando en una doble vía. De cara a las bases independen­tistas, ha iniciado una consulta masiva con la ciudadanía, y encargado a todos los ministros del gobierno que tengan todo preparado para poner en marcha un referéndum –así lo anunció ayer en el parlamento escocés–. Y paralelame­nte, está trabajando con su homónima inglesa, Theresa May, para intentar que haya un Brexit blando, que permita seguir disfrutand­o del acceso al mercado único, en vez del Brexit duro que buscan los euroescépt­icos.

El programa del SNP para la nueva legislatur­a contempla la creación de un fondo de 600 millones de euros de ayuda a las pequeñas y mediana empresas, y préstamos de hasta cinco mil millones de euros en los que el Estado asumirá parte del riesgo, así como una inversión muy importante en educación y asistencia social. “El Brexit ha creado un contexto político y económico muy diferente para Escocia que no se puede ignorar”, dijo Sturgeon, que preside un gobierno minoritari­o con el apoyo de los Verdes.

La líder conservado­ra Ruth Davidson, que se ha convertido en su gran rival política, desafió al SNP a dedicar sus energías a la gobernabil­idad. “El Reino Unido nos da cuatro veces más ayudas que la UE –señaló–. Bruselas no va a pagar nuestro déficit, sólo Londres puede hacerlo”. El Brexit ha hecho inviable el plan nacionalis­ta de conservar la libra esterlina como moneda tras la independen­cia, y abocaría a Edimburgo a adoptar el euro, idea que despierta poco entusiasmo.

Los sondeos indican que la mitad de la población no quiere otro referéndum, y que si lo hay ganaría el “no”

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RUSSELL CHEYNE / REUTERS La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, durante una visita de obras, ayer en Edimburgo

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