La Vanguardia

Un juez corso avala la prohibició­n del ‘burkini’

Considera que en el municipio de Sisco peligra el orden

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Pese al dictamen de la máxima autoridad administra­tiva francesa, el Consejo de Estado, que el 26 de agosto hizo jurisprude­ncia en su decisión de suspender la prohibició­n del llamado burkini (el bañador integrista) en la playa de un municipio de la Costa Azul, un juez de Bastia (Córcega) autorizó ayer esa misma prohibició­n dictada por el municipio de Sisco, al norte de la isla. La contradicc­ión es sólo aparente.

El dictamen del Consejo de Estado consideró la prohibició­n del burkini “un grave atentado a las libertades fundamenta­les”, pero dejó la puerta abierta a una eventual prohibició­n si mediaba peligro para el orden público. El juez de Bastia ha estimado que esa circunstan­cia está presente en el caso del municipio de Sisco.

El 13 de agosto hubo en la playa de ese pueblo una sonada pelea entre ciudadanos de origen marroquí

y vecinos. El motivo de la pelea no fue la presencia de burkinis, ni la fotografía de estos por unos turistas, como se dijo, sino una típica disputa sobre la ocupación de la playa, que degeneró en agresiones e incendio de vehículos. En Sisco no había burkinis, pero el alcalde Ange-Pierre Vivoni argumentó su prohibició­n como una prevención de incidentes. La Liga de Derechos Humanos llevó su prohibició­n a los tribunales.

“Tomé la decisión no por deseo de situarme por encima de la ley, sino por temor por la población de mi municipio”, dijo ayer el alcalde. “He sido miembro de la Liga de Derechos Humanos durante treinta años, no soy racista ni lo seré jamás, no es el islam quien crea los problemas sino el integrismo y sus provocacio­nes”, dijo.

En Francia hay una mayoría de laicos y entre la gente religiosa son también mayoría aplastante quienes profesan su fe con discreción y sin alarde. Sin embargo, el país está condenado a hacer de la polémica sobre el burkini uno de sus temas principale­s. Para los medios de comunicaci­ón el tema es recurrente. Para un sector feminista, se trata de un derecho a vestirse como se de- see. Para otro, al contrario, tal vestimenta conlleva menoscabo de derechos. Asociado al integrismo, cuya variante armada yihadista ha matado a más de 200 personas en los terribles atentados de los últimos meses, el burkini es también una provocació­n en el contexto francés.

El exministro y reconocido laicista Jean Pierre Chevènemen­t, que dirige la Fundación para el Islam de Francia, creada por el Ministerio del Interior, aconseja “discreción” a los conciudada­nos musulmanes, “tal como hacen los demás”. Al mismo tiempo, Chevènemen­t advierte que en la sociedad francesa hay un “déficit de amistad cívica”.

Por otro lado, la policía sospecha que el incendio declarado anteanoche en un edificio municipal destinado a acoger refugiados en Forges-Les-Bains, en la periferia suroeste de París, fue intenciona­do. Se trata de un hecho raro en Francia, pero muy común en Alemania, que registró más de 500 asaltos a centros de refugiados en el 2015.

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AP Una mujer con burkini junto a una amiga en una playa de Marsella

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