Manierismo
El discurso de la Fiscal General del estado es vitamina para la quinta gran Diada consecutiva. Reanimará una movilización que estaba pasando por un momento melancólico. No hay peligro de que la Diada fracase, pero el ambiente está enrarecido. El independentismo ha perdido el encanto genuino. Festivo, familiar y de clases medias tenía la virtud de avistar una tierra política virgen en un entorno dominado por el pesimismo deprimente de la crisis económica; y presidido por un sistema político corrupto y oxidado. El independentismo proclamaba una tierra nueva. Una tierra que desconocería los vicios hispánicos. Los críticos describían el procés como un movimiento naif, tan irracional como el del flautista de Hamelin; pero el hecho es que en momentos de malestar no hay nada más potente que la fe y el ensueño. Sobre todo si el malestar llega con un suplemento de aceite de ricino estatal.
Con la eclosión de Podemos, apareció una ilusión nueva (dar la vuelta a la tortilla española, castigar a las élites corruptas, consolar al buen pueblo). En Catalunya, por tradición y por composición cultural, la ilusión de Podemos no sólo estaba destinada a cuajar (y más cristalizando en un rostro carismático como el de Colau), sino que generó una competición política en un espacio que el independentismo creía poseer en propiedad. La competición está siendo muy intensa. Provoca accidentes, fricciones, malhumor. Enrarece el ambiente. Ahora se respira, más que ilusión, el polvo del combate. La CUP encarna algunos de estos accidentes, pero no hay que perder de vista la cuestión principal: los Comuns disputan la hegemonía al independentismo; y lo hacen compartiendo parte del espacio (de ahí la presencia de Colau a la manifestación).
La ilusión ha sido sustituida por el fragor y la sangre. Los heridos están esparcidos por doquier (primero el PSC, ahora el partido de Mas), abundan los campos minados (desconfianzas en Junts pel Sí, protagonismo de la CUP) y las tácticas manieristas. Esta última palabra, manierismo, describe en la historia del arte la tendencia que toda corriente artística tiene de amanerarse, de entrar en bucle, de dar vueltas sobre sí misma. La sobreabundancia de siglas (RIU, DIU, etcétera) y las polémicas internas sobre la táctica revelan manierismo, esto es: una tendencia a disimular el desconcierto con retórica. Hasta los independentistas más racionales entraron en la lógica de la prisa. Adaptarse al tempo largo y lento es el reto del independentismo, que va entrando como Podemos, en el terreno pantanoso de la política convencional.
Una coda: habiendo entrado todos los partidos catalanes y españoles en una batalla que sólo crea confusión, el conflicto entre Catalunya y España ahora está en manos de dos grupos sociales: el independentismo cívico del ANC-Òmnium, y la Brigada Aranzadi (de la que la Fiscal General es exponente). Si el aparato judicial pasa a la acción, el independentismo social tendrá que poner a prueba su musculatura; y no precisamente en día de fiesta.
El independentismo va entrando, como Podemos, en el terreno pantanoso de la política convencional