El Govern redobla la ofensiva exterior y crea cuatro nuevas ‘embajadas’
Romeva responde a Margallo con firmeza para internacionalizar la causa catalana
El Govern no tiene la más mínima intención de dar ningún paso atrás en su actuación por explicar el proceso soberanista al mundo. Muy al contrario. Veinticuatro horas después de que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, alertara en Roma de la “ofensiva internacional de primera magnitud del Govern”, el gabinete de Carles Puigdemont ha respuesto, sin rodeos, con la creación de cuatro nuevas embajadas: Copenhague, Varsovia, Zagreb y Ginebra.
La decisión la adoptó ayer el Govern en su habitual reunión de los martes, en la que aprobó los decretos de creación de las delegaciones exteriores de los países nórdicos (Copenhague), Polonia y los países bálticos (Varsovia), los Balcanes (Zagreb) y Ginebra. Las tres primeras tendrán carácter regional, con amplias áreas de actuación en todos los casos –Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia en la de los países nórdicos; Polonia, Estonia, Letonia y Lituania en la de Polonia y los países bálticos; y Albania, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Kosovo, Macedonia, Montenegro, Serbia, Grecia, Bulgaria, Moldavia y Rumania en la de los Balcanes–, y el objetivo de la de Ginebra será que Catalunya tenga presencia ante los organismos internacionales multilaterales. Con estas cuatro nuevas embajadas el Govern dará por completada su presencia exterior en Europa.
El conseller de Afers Exteriors, Relacions Institucionals i Transparència, Raül Romeva, fue el encargado de defender la creación de las nuevas delegaciones exteriores, que justificó en la necesidad de defender los intereses de Catalunya y de favorecer la internacionalización de su economía, su cultura y su conocimiento. En este último apartado, el del conocimiento de Catalunya, se encuadra sin duda la parte más política de la proyección exterior, a la que el responsable de las relaciones internacionales de la Generalitat dejó claro que no está dispuesto a renunciar a pesar de la preocupación de José Manuel García-Margallo. “Nuestra función es explicarnos a escala internacional, hacer llegar lo que está pasando a todo el mundo, que hay una demanda democrática en Catalunya que desde el Estado español no se quiere afrontar, y proporcionar la información necesaria a todos los agentes que deben tenerla para cuando tengan que posicionarse”, explicó Raül Romeva, que reafirmó su determinación a seguir adelante con este cometido y lamentó que la única respuesta que da el Gobierno español sea, a través del ministro de Asuntos Exteriores, “la voluntad constante de negar la realidad”. “Catalunya necesita una representación exterior a la altura de sus necesidades y por su voluntad de ser un Estado”, remachó.
El coste que tendrán las nuevas embajadas en Copenhague, Varsovia, Zagreb y Ginebra está supeditado a la aprobación de los presupuestos del 2017 –en la que el Govern confía tras el anuncio de la CUP a apoyar la cuestión de confianza de Carles Puigdemont–, pero el conseller de Afers Exteriors, Relacions Institucionals i Transparència no quiso desvelarlo y prefirió situarlo en términos de inversión. “La base de la proyección exterior de Catalunya es un modelo útil y eficaz, y esto tiene retorno”, remarcó, de manera que “lo que no se entendería es no estar presente en el mundo en el momento actual”.
Una presencia en el mundo que el Govern quiere que se visualice también a través de la comunidad
Las delegaciones se abrirán en Ginebra, Copenhague, Varsovia y Zagreb y completarán la presencia en Europa
catalana en el exterior, en relación a la que ayer aprobó un proyecto de ley que regula sus derechos y deberes en el ámbito de las competencias de la Generalitat y potencia el registro de catalanes residentes en el extranjero, que es el que ha de permitir que puedan participar, por ejemplo, en las elecciones al Parlament.