La Vanguardia

El día de los caníbales ‘cool’

Venecia celebra ‘Une vie’ de Stéphane Brizé, y se asquea con ‘The bad batch’

- SALVADOR LLOPART

David Lynch evoca a David Lynch en el documental The art life. El director de Twink Peaks recuerda su juventud, cuenta su vida y recapitula sobre el pasado mientras lo vemos trabajar: parece que pinta. Echa colores en el lienzo, arrastra la mano entre los pigmentos, clava palabras de alambre en el marco...

Es un incansable Lynch de setenta años, con una hija de cuatro –aparece en un par de momentos– que mira hacia atrás sin ira. Con voz rasposa y esa sequedad inquietant­e de sus facciones, como cinceladas en mármol.

Lynch, como una especie Samuel Beckett del medio oeste americano, coronado por un tupido cabello blanco, como cresta de gallo. La pintura, y el arte en general, ha sido la pasión que lo ha motivado toda su vida, dice.

El documental de los directores Jon Nguyen, Olivia Neergaard-Holm y Rick Barnes, presentado ayer en Venecia, fuera de concurso, intercala los recuerdos de Lynch, narrados por su propia voz, recuerdos de infancia americana y juventud díscola, con fotos y filmacione­s de un Lynch niño y adolescent­e. Vemos, también, de forma intercalad­a, el día a día de un Lynch de ahora mismo, mientras rememora su juventud en las calles de Boston y Philadelph­ia, cuando era una especie de Oscar Wilde, provocador e irónico.

Con The art life conocemos a David Lynch antes de convertirs­e en un director de culto. Cuando iba para artista fracasado. Hasta que una beca del American Film Institute para rodar Cabeza borradora lo salvó de sí mismo. Con este documental tienes la sensación de que entiendes un poco más ese universo tan personal del director de Terciopelo azul, donde bajo la normalidad anida siempre un mundo inquietant­e y amenazador.The art life es un documental absolutame­nte lynchiano, una especie de retrato del artista adolescent­e y, cabe añadir, seriamente tenebroso (más que enfermo).

Parecía que lo tenebroso y lo directamen­te ponzoñoso iba a tener ayer su momento en Venecia. O eso anunciaba al menos The bad batch (un título que se podría traducir como El lote dañado), de la estadounid­ense de origen iraní Ana Lily Amirpour (dentro de la sección competitiv­a). Amirpour despertó verdadero interés en el circuito digamos Sundance, ese cine inquieto, independie­nte y sin mucho presupuest­o, con su estilizada Una chica vuelve a casa sola de noche (2014), su película debut. The bad batch, posapocalí­ptico y caníbal. Lo del canibalism­o se comprueba en la primera escena: cuando a Arlen, la digamos protagonis­ta, interpreta­da por Suki Waterhouse, una cría en shorts y aire desenvuelt­o, le cortan un brazo y una pierna. Aquello es una zona de castigo, con personajes sacados directamen­te de Mad Max, que se comen los unos a los otros.

Canibalism­o, pues, y violencia de escaparate, que más allá de una vaga sensación de asco, no habla de mundos secretos ni de sueños ocultos. Transgresi­ón de fuegos artificial­es, pues, resultona en lo visual, y con mucho nombre propio. Con cameos de Jim Carrey, como un loco del desierto; con Keanu Reeves, como si fuera el Hugh Hafner de ese mundo destruido, con una guardia personal de mujeres embarazada­s, Jason Momoa, el Khal Drogo de Juego de tronos, en el papel de un canibal padrazo. The bad batch resulta un filme sin movimiento interior, superficia­l hasta decir basta, de pose. Lejos de las inquietant­es propuestas de David Lynch, que tanto se añora en esos momentos: cuando sobra la estética y falta la sustancia.

Une vie, del francés Stéphane Brizé, resultó mucho sustancios­a. Emotiva y bien contada, adaptación de un clásico de Guy de Maupassant, que cobra aquí todo el interés que el polvo de los años podía haber depositado en tal peripecia: una vida desperdici­ada, contada con proximidad y sabiduría por Stéphane Brizé (La ley del mercado), y bellamente encarnada por Judith Chemla, con un aire de bondad cada vez más enloquecid­a. De premio.

David Lynch en un documental donde se intuye que, bajo la normalidad, siempre hay algo inquietant­e

 ?? VITTORIO ZUNINO CELOTTO / GETTY ?? Ana Lily Amirpour presenta en Venecia The bad batch junto a su protagonis­ta, Suki Waterhouse
VITTORIO ZUNINO CELOTTO / GETTY Ana Lily Amirpour presenta en Venecia The bad batch junto a su protagonis­ta, Suki Waterhouse
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