Refugio para creadores
El centro es el primero que se instaura en Catalunya
Olot ha inaugurado la residencia Faber, después de tres años de trabajo, un centro que pretende poner en común todas las ramas de la cultura y de la ciencia a través de programas temáticos que fomenten la colaboración de los futuros residentes y el retorno a la comarca de aquellos creadores que tuvieron que partir para desarrollar su carrera profesional.
Un tranquilo hotel junto al Fluvià, una soleada terraza con una vista amplia a campos sembrados y, a lo lejos, las montañas de Vayreda coronadas por una cordillera celeste de nubes. Por la mañana tenían la negrura que anuncia tormenta, ahora son blancas. En una sala de estar-comedor, Anna Ballbona (Joyce i les gallines) –es hora del almuerzo– da buena cuenta de una jugosa crema, charlando con Jorge Galán, el escritor salvadoreño que tuvo que huir de su país por denunciar los asesinatos de jesuitas y contento porque acaba de recibir el premio Casa América de poesía), junto a Noufel Bouzeboudja, el poeta cabileño que marchó de Argelia por defender su cultura e idiomas propios. Entra a saludar Satu Ekman, traductora finlandesa de El violí d’Auschwitz, de Maria Àngels Anglada, Sobre una mesa, el libro Leviatán, y, en inglés, England’s lost paradise, de Philip Hoare, el escritor enamorado de las ballenas que ha salido a conocer Catalunya. Después se sumarán Erga Netz, que trabaja en Mrs Gulliver’s secrets, las historias que Gulliver no se atrevió a escribir por su contenido pornográfico. Y pronto llegará la escritora refugiada Anzhelina Polonskaya,
Son los primeros residentes de Faber, Residència d’Arts, Ciències i Humanitats, el centro financiado por el Ayuntamiento de Olot y el Departament de Cultura de la Generalitat, que ayer abrió sus puertas. Un proyecto impulsado por Josep Berga, el concejal de Cultura de Olot, que encargó a Francesc Serés su gestión. “Han sido tres años intensos de mucho trabajo, pero al final ha valido la pena”, dice el escritor. El sacrificio, por su parte, es la renuncia voluntaria por un tiempo a la escritura. que él relativiza. “Bueno, haber creado este centro es otra forma de hacer literatura. A fin de cuentas, literatura es crear espacios que antes no existían”. Y un espacio como el Faber de Olot no existía. Un centro en el que se ponen en relación las humanidades y la ciencia, con programas temáticos y con la interacción de empresas culturales (compañías de danza, orquestas, editoriales), instituciones y creadores y científicos. Acompañadas además con un programa de retorno de los residentes a Olot, la comarca y a toda Catalunya. “Faber es también Barcelona. O Reus, o Girona o Vic”, dice Serés. Así, Philip Hoare puede dar una conferencia en el CCCB y promocionar su libro editado por Ático de los Libros. El centro es un lugar de trabajo, de intercambio de experiencias y de retorno a la ciudadanía en forma de transmisión de conocimiento. Habrá ejes temáticos en torno a las religiones, conflictos políticos, medio ambiente o mejora energética.
Los residentes disponen de una amplia habitación y despachos de trabajo en el hotel Riu Fluvià. Tienen que presentar un proyecto de trabajo y las estancias varían de una semana a un mes máximo. Ya hay cola de solicitantes para las próximas estancias. Olot se destaca en el mapa cultural catalán descentralizado, con los festivales Mot y Sismògraf , el Observatori del Paisatge, y ahora Faber. El presupuesto anual es de 150.000 euros,repartidos mitad y mitad por el Ayuntamiento de Olot y el Departament de Cultura, representada ayer por Laura Borràs. La directora de la Institució de les Lletres Catalanes y Josep Berga destacaron la importancia de contar con un centro nacional radicado en Olot en el que creadores extranjeros y catalanes puedan intercambiar experiencias e ideas que enriquezcan sus proyectos individuales. O científicos con humanistas. Borràs llegaba de visitar la Residencia de Estudiantes de Madrid, ejemplo de reunión de talentos. Ahora le toca a Olot.
UN LITERATO AL FRENTE Abierto en un hotel junto al Fluvià, está dirigido por el escritor Francesc Serés
PIONEROS Philip Hoare, Jorge Galán y Anna Ballbona, entre los primeros residentes