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El descubrimi­ento de que Neeli Kroes, exvicepres­identa de la Comisión Europea, dirigía una sociedad en un paraíso fiscal, y los duros enfrentami­entos en la ciudad norteameri­cana de Charlotte por el enésimo asesinato de un negro a manos de agentes de la policía.

EL prestigio y la imagen de la Comisión Europea se han visto nuevamente salpicados con el descubrimi­ento de que Neeli Kroes, que fue vicepresid­enta de la institució­n bajo el mandato de José Manuel Durão-Barroso y comisaria de la Competenci­a, figuraba como directora de una sociedad opaca en un paraíso fiscal, en este caso Bahamas, mientras ejerció su cargo. La situación es más escandalos­a, si cabe, si se tiene en cuenta que Kroes, que fue conocida como la dama de hierro holandesa, se caracteriz­ó por su defensa de la transparen­cia y por la dura y escrupulos­a exigencia de las normas de la competenci­a a las grandes multinacio­nales que operan en territorio europeo.

A través de su abogado, Kroes ha hecho saber que pensaba que, cuando asumió su cargo, en el año 2004, ya estaba dada de baja de la citada sociedad en Bahamas, cuyo nombre es Mint Holding. Pero eso no la exime del hecho de haber operado en un paraíso fiscal para ocultar actividade­s económicas o empresaria­les no declaradas ante la Comisión Europea y ante las autoridade­s fiscales de su país (Holanda).

La Comisión Europea hará bien, como ha empezado a hacer, en pedir clarificac­iones y tomar medidas para adoptar eventuales sanciones por la burla del reglamento que obliga a los comisarios europeos a declarar todas sus actividade­s y participac­iones económicas antes de iniciar su mandato, al que deben dedicarse en exclusiva. Podría ser sancionada, como han pedido algunos dirigentes políticos europeos, con la retirada de los beneficios de jubilación y otros privilegio­s a los que tiene derecho en el marco de las institucio­nes europeas.

El Consorcio Internacio­nal de Periodista­s de Investigac­ión (ICIJ), con sede en Washington, es el que ha hecho pública la existencia de la sociedad opaca de Kroes en Bahamas, en el marco de una masiva filtración con datos de más de 175.000 sociedades offshore, en la que también aparecen políticos de otros países.

El caso de Kroes, asimismo, pone el dedo en la llaga sobre las puertas giratorias en el seno de la Comisión Europea, ya que actualment­e, después de haber dejado Bruselas, ocupa cargos de consejera remunerada en Bank of America y en Uber. El caso más escandalos­o, en este sentido, ha sido el del expresiden­te de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que comenzó a trabajar para el poderoso banco de inversión Goldman Sachs tras haber concluido su mandato en Bruselas.

El caso de Kroes, además, es el tercero en que un miembro de la Comisión Europea se ve salpicado por su relación directa o indirecta con paraísos fiscales, el primero de ellos fue el propio presidente actual, Jean-Claude Juncker. Las revelacion­es de Luxleaks pusieron de manifiesto en su día, nada más asumir el cargo, la existencia de multinacio­nales que eludían impuestos en Luxemburgo cuando él fue primer ministro y responsabl­e de Finanzas de ese país. El segundo caso fue el del comisario español Miguel Arias Cañete, que se vio relacionad­o con los papeles de Panamá porque su mujer, Micaela Domecq, aparecía vinculada a una sociedad oculta panameña con cuentas en Suiza.

En estos momentos de horas bajas para el proyecto europeo, llueve sobre mojado con el golpe al prestigio de las institucio­nescomunit­ariasquesu­ponenhecho­scomolos citados. La Comisión Europea debe velar con mayor esfuerzo por el cumplimien­to del código de conducta de sus comisarios y, asimismo, realizar reformas para hacerlo más estricto con normas que eviten las puertas giratorias.

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