Un crimen atroz
La Guardia Civil investiga el descuartizamiento de una familia brasileña en un pueblo de la provincia de Guadalajara.
Desde el domingo, cuando la Guardia Civil halló en un chalet de Pioz (Guadalajara) los cuerpos descuartizados de los cuatro miembros de una familia brasileña, los investigadores reconstruyen los contactos que el padre mantuvo los últimos tres años en España. En esos pasos está la clave que conduce a la resolución de un crimen atroz en que los asesinos degollaron con pulso firme a los padres, de 39 años, y a sus hijos de cuatro y uno.
En las últimas horas varios familiares de Marcos Campos Nogueira y Janaína Santos Américo, naturales de João Pessoa, han negado cualquier vinculación de los fallecidos con el crimen organizado. Si revelaron que Marcos pidió un préstamo, y no precisamente en un banco. “Pero estaban acostumbrados a vivir con precariedad”, aseguró Wilta Díniz, tía de la mujer.
Esa tía acompañó hace un año a la madre de Marcos a pasar con la familia tres meses en Valladolid tras el nacimiento del pequeño. Y nada de lo que vieron, aseguró, les hizo sospechar que el matrimonio sufriera una situación de riesgo. De esa época son las imágenes que la pareja, feliz, colgó en Facebook con sus dos hijos.
Lo cierto es que durante los numerosos viajes que Marcos Campos realizó entre España y Brasil nunca utilizó documentación falsa. Al contrario. Incluso el chalet en el que fue asesinado con su familia se alquiló a su nombre. Pero cómo llegaron hasta allí. Se trataba de una casa alejada del centro de la localidad, en una urbanización retirada, en la que es necesario tener coche para cualquier gestión. Y sin embargo, no tenían vehículo.
También ha sorprendido que los vecinos más cercanos apenas vieran a los pequeños y a la madre, y sólo se habían fijado en el hombre, cuando de vez en cuando salía de la casa a pie para comprar comida. Los vecinos sabían que en el chalet vivían niños porque los oían jugar en el jardín. Pero nunca los vieron. Ni oyeron nada vinculado con los crímenes. Ni un golpe, ni un grito, ni un chillido. Nada raro.
Marcos Campos llegó a España por primera vez en el 2000, hasta el 2003. Y después en el 2010 hasta el 2011. En esas dos temporadas se instaló en A Coruña, donde reside una importante comunidad brasileña que ayer, en las páginas de La Voz de Galicia, le recordaba con afecto y mucho cariño. En esa época el hombre trabajó como camarero, panadero e incluso ayudando a montar y desmontar el escenario de la orquesta Alarma cuando giraba por toda Galicia.
El siguiente recorrido ya es más conocido. El hombre regresó a Brasil, conoció a Janina, se casaron y tuvieron una hija. Hace tres años volvieron a España con una oferta de trabajo para regentar un restaurante en Valladolid, que acabó quebrando. Después se trasladaron a Torrejón de Ardoz, luego al centro de Pioz para acabar en el chalet en el que alguien los degolló.