La casa del padre
A continuación un dato poco conocido sobre la competición electoral en Euskadi. ¿Cuáles son los dos partidos con más electores compartidos? A ver si lo adivinan. ¿El PNV y Bildu? ¿Bildu y Podemos? ¿Podemos y el PSOE? Frío, frío. Los dos grupos con un mayor mercado común de votantes dubitativos son el Partido Nacionalista Vasco y Podemos. Así lo aseguran las encuestas que intentan descifrar el tráfico de preferencias.
Podemos consiguió ganar las dos últimas elecciones generales en el País Vasco (diciembre y junio) gracias a transferencias de voto del PNV, PSOE y Bildu. Electores jóvenes atraídos por el empuje con que Pablo Iglesias e Iñigo Errejón predicaban el cambio. Clase media vasca con ganas de salir de excursión por la izquierda, a ver qué pasa. Gente madura deseosa de rememorar los tiempos de Euskadiko Ezkerra. Y votantes de Bildu que también ven en Podemos la posibilidad de desembarazarse del incómodo recuerdo de ETA.
El domingo bastantes de esos votos prestados volverán a la casa del padre, por decirlo al modo de Gabriel Aresti, uno de los grandes poetas vascos. Regresarán a Sabin Etxea, la antigua casa natal de Sabino Arana, en cuyo solar se levanta la elegante sede central del Partido Nacionalista Vasco, en el barrio de Abando de Bilbao. Volverán a la casa del padre porque se trata de decidir quién gobierna el País Vasco los próximos cuatro años y, en ese tablero, el PNV ha reforzado una envidiable posición central.
Los dirigentes del PNV y Podemos no se parecen en nada, pero sus votantes comparten algunas ideas fundamentales: se manifiestan de acuerdo con el “derecho a decidir”, pero mayoritariamente están en contra de la independencia; son favorables a negociar acuerdos con el Gobierno español para ampliar la autonomía vasca; defienden el desarme de ETA y el reconocimiento del daño causado por los terroristas, y abogan por el acercamiento de los presos al País Vasco.
Esa es hoy la centralidad vasca. Ahora vuelve a ser el turno del PNV, que el domingo puede cosechar uno de los mejores resultados de su historia reciente. Bildu se ha visto obligada a hacer una campaña casi socialdemócrata, con tres mujeres cubriendo el vacío de Arnaldo Otegi, cuya ausencia puede que acabe beneficiando a los abertzales. Miren Larrión, Jasone Agirre y Maddalen Iriarte han demostrado ser eficientes competidoras de Pili Zabala, la candidata de Podemos que desafió con la mirada al exministro Alfonso Alonso en el último debate televisado. Esos cinco segundos que vio todo el mundo. El PSE-PSOE teme la debacle.
En Euskadi se vive bien, pero no es jauja. Hay problemas serios en el horizonte. Una sociedad pequeña y envejecida, con pocos inmigrantes, cuyo nivel de bienestar depende de la capacidad de competición de la industria en los próximos tiempos. Sin industria –sin impuesto de sociedades–, el concierto desafina. Si la base fiscal mengua, el beneficioso concierto puede volverse en contra.
La clave es la capacidad de competición de la industria vasca en los próximos decenios. Ello exige capacidad de influencia en Madrid, París y Bruselas. El PNV se ofrece, por tanto, como factor de estabilidad en un marco europeo incierto. Oferta de estabilidad. Por ahí iban las declaraciones de Iñigo Urkullu el pasado domingo en La Vanguardia. Hay que reforzar la casa del padre con alta tecnología. En eso están de acuerdo todos los vascos.
Todo el País Vasco vira hacia el debate social; Euskadi no es jauja, hay problemas serios en el horizonte