‘Xavier el Coixo’, de José R. Pascual
Hace unos días, en Mataró volvió a haber conflicto por motivos político-religiosos. La Associació de Veïns del barrio de Rocafonda exigió que, a cambio de tramitar en el Ayuntamiento los permisos necesarios para celebrar una paella popular (y utilizar las mesas y las sillas que facilita el Consistorio), en la paella no hubiera cerdo “ni ninguna bebida alcohólica”.
La paella estaba prevista para el domingo pasado. No he conseguido saber si finalmente se ha celebrado porque sólo encuentro referencias al escándalo previo. El titular de Mediterráneo Digital es: “Los musulmanes exigen que la paella popular de Mataró no lleve cerdo”. A ver. Que yo sepa, una paella no incluye cerdo ni ninguna bebida alcohólica. Incluye agua, pollo, conejo, arroz, ferradura, vaina, garrofó, tomate, aceite de oliva, azafrán y vaquetes o caracoles de montaña, o una ramilla de romero si no hay caracoles. Ni cerdo ni alcohol por ningún lado. Pero ya se sabe que, cuando la paella sale del territorio donde nació, a cualquier “arroz con cosas” la gente lo llama paella y empieza el enredo. Supongo que esa gente de Mataró debe de añadir cerdo –vete a saber si en forma de chorizo– y se queda tan pancha.
La propuesta de que no incluyan cerdo es claramente religiosa, pero la venden con una coartada: promover “unos hábitos alimenticios saludables”. Además, la Associació de Veïns tenía que designar a dos personas para evitar que se incumpliera la prohibición del cerdo y del alcohol. Dice Mediterráneo Digital: “Como era de esperar, el vecindario ha reaccionado airadamente ya que ‘demuestra que se trata de una asociación politizada y jerarquizada, que discrimina a los vecinos y sólo vela por sus propios intereses’. Por eso, los organizadores de la paella tiran de ironía y han anunciado: ‘Crearemos la Penya del Porc para organizar los actos que no hace la asociación’. En el barrio hay población musulmana y nos parecen muy respetables sus creencias, pero si los que la organizamos comemos cerdo, no vemos dónde está el problema”.
El miércoles, Pilar Rahola hablaba de los Hermanos Musulmanes, una organización islamofascista que, camuflada tras la máscara de la Fundación Islámica en España-Convivencia e Integración, quiere construir su primera escuela islamista, en una antigua parcela industrial de más de 28.000 metros cuadrados, en Aldaia, a 10 minutos de Valencia. Rahola se pregunta si permitiremos que se implanten estos “enemigos declarados y públicos de la libertad, que han influido en el fenómeno yihadista que destruye cerebros y vidas en todo el mundo”. Con las paellas no tendrán ningún problema, porque a ningún valenciano sensato se le ocurriría nunca poner cerdo, pero sería importante que los miembros de las filades, comparsas o càbiles que organizan las fiestas de Moros i Cristians tomaran nota porque, si finalmente construyen esa escuela islamista, serán los primeros en salir volando por los aires.
“Los musulmanes exigen que la paella popular de Mataró no lleve cerdo”