La heroína sensible
DANIELA DESSI (1957-2016) Soprano
El día de Sant Jordi hace ahora 15 años, The New York Times daba la noticia de la muerte repentina del director de orquesta Giuseppe Sinopoli (55 años) en el podio de la Deutsche Oper de Berlin. El consagrado y controvertido maestro veneciano, médico graduado en Padua, y también compositor, padeció un infarto en plena representación de la ópera Aída, que protagonizaban la joven soprano Daniela Dessi y el tenor Fabio Armiliato, su reciente marido. Ambos siempre recordaron aquella escena con horror.
Ahora Armiliato ha anunciado el fallecimiento de su esposa Daniela Dessi, sobrevenido después de breve tiempo de lucha contra el cáncer a los 59 años. Dessi, nació en Génova en 1957, es bien conocida en nuestro medio por sus actuaciones recordadas en el Liceu desde su juventud, cuando se manifestaba ya la dulzura y la musicalidad que ha caracterizado sus trabajos en escena, un territorio en el que además exhibía sus dotes como actriz. Un cuidado y sentido panorama de sus presentaciones en el escenario barcelonés se establece en la web In Fernem Land: “Fue Aida, Liu, Tosca, Cio-Cio-San, Manon Lescaut, Maddalena de Coigny y Adriana Lecovreur, y siempre acababa con el público en el bolsillo”, se dice con buen sentido crítico cuando su voz ya tenía problemas en los agudos. No eran tiempos, aquellos años 80 –aunque no estaban lejanos– del protagonismo de los directores de escena en la ópera, y valían aún las personalidades de los directores musicales. Y la sra. Dessi trabajó y fue especialmente considerada en los grandes teatros del mundo por directores como Riccardo Muti, o Claudio Abbado, con quienes hizo grandes obras verdianas y mozartianas. También Zubin Mehta (Bayerische Staatoper) y hasta Georges Prêtre o James Levine, además de Sinopoli.
Pergolesi y Mozart primero, y luego su voz hizo vibrar con las diferentes heroínas verdianas.
Siempre sensible a quienes fueron sus compañeros en escena, no quiso estar ausente del reciente homenaje al barítono menorquín Joan Pons en el Liceu, a la vez que hacía su papel en Manon Lescaut.
El éxito con el público y la crítica marcaron su historia, y en las biografías se da cuenta de más de un bis histórico, solamente concedido por ejemplo a la Tebaldi. Es curioso en ellas la marcada presencia y trabajo en teatros italianos, a los que dedicó muchos esfuerzos en los últimos años, en los que había iniciado experiencias en la régie. Por supuesto que su bella voz y su sensibilidad han quedado registradas en numerosas versiones discográficas, y la imagen ha dejado también testimonio de su belleza.